Rodolfo Walsh
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Todo lo aquí relatado es ficción,
menos la persona, la fecha,
y el desenlace al cual se alude.
En definitiva, queda poco de ficción
y mucho de uno de los períodos más crueles
y aciagos de la historia argentina contemporánea.
Dedicado a la memoria de uno los más grandes, siempre.
RT
Aquel día se levantó temprano y se sintió bastante despojado, tal vez ingrávido. Aún sin vestirse salió del dormitorio y fue hasta la puerta de entrada. Por debajo de ella, como de costumbre, se había deslizado el diario. Sin tomarlo, pero inclinado sobre él, lo ojeó instintivamente. Lo percibió borroso, creyó que por la falta de sus lentes que habían quedado sobre la mesa de luz. Cuando reparó en la fecha impresa asumió que el oprobio (que ya había cumplido un año) continuaría oscureciendo la vida nacional. Era 25 de marzo de 1977. Al regresar a la habitación vio su cuerpo adormecido sobre la cama. De inmediato supo que éste no sería un día más y que, tal vez, ya no habría otros. Encarnado, despertó. A sabiendas repitió la misma rutina. Luego se vistió, tomó una carta que descansaba sobre la mesa del comedor, ésa que había escrito con el objeto de dar testimonio en momentos difíciles, y sereno, salió a enfrentarse con su heroico destino.
Ricardo Tejerina / 2011