He vivido siete vidas, mas se me han pasado seis.
Acuñé entonces seis muertes por mi séptimo renacer.
La tierra fue mi morada en unas vidas lejanas,
también me cobijó el agua en mañanas destempladas;
el fuego consumió mis cuerpos mas nunca quemó mi alma,
pero es el aire, en realidad el viento,
el que en verdad es mi elemento.
Acuñé entonces seis muertes por mi séptimo renacer.
La tierra fue mi morada en unas vidas lejanas,
también me cobijó el agua en mañanas destempladas;
el fuego consumió mis cuerpos mas nunca quemó mi alma,
pero es el aire, en realidad el viento,
el que en verdad es mi elemento.
Soy hombre de dualidades,
que no significan dobleces,
quien en mí ve sol y luna
está viendo cualidades.
que no significan dobleces,
quien en mí ve sol y luna
está viendo cualidades.
Soy el viento patagónico que a su paso solivianta,
no me arredran desventuras ni tampoco los fracasos,
llevo en mí la dulce música y el más severo dragón,
pues elijo hoy ser hombre, aunque también fui halcón.
no me arredran desventuras ni tampoco los fracasos,
llevo en mí la dulce música y el más severo dragón,
pues elijo hoy ser hombre, aunque también fui halcón.
Ricardo Tejerina / 2008
NOTA DEL AUTOR: Este poema es un modesto caligrama. En este tipo de obras el texto expone una composición visual que se refiere sí mismo (en este caso, la "hendidura" entre los versos intenta sugerir la cabeza de un ave, de un halcón. Los caligramas son una forma expresiva de las Vanguardias. Uno de los principales exponentes del género ha sido Guillaume Apollinaire (1880-1918).