“Cultura y
desarrollo” es una ponencia del filósofo y escritor Raimon Panikkar (España,
1918-2010), publicada en Papeles Iberoamericanos, OEI, Barcelona, 2000. La
misma versa sobre la idea de la cooperación internacional, particularmente
entre Europa y América, pero a partir de un paradigma diferente, la
interculturalidad, capaz de evitar las distintas formas que adopta el
etnocentrismo y la visión dominante de la cultura europea por encima de las
culturas americanas y de los demás países llamados “del Tercer Mundo”. En su
desarrollo, Panikkar ofrece una descripción de los estados que -según él-
atravesaron las relaciones entre Europa y América, pero también llega a esas
definiciones a partir de una línea de tiempo que va desde la era colonial hasta
el mundo globalizado y los nuevos imperialismos. Reflexiona acerca de la
colonización ilustrada y la pre-ilustrada y sus derivaciones en América Latina
y América del Norte. También aporta datos respecto de la inequitativa
distribución de los recursos del mundo y finaliza haciendo una exhortación a la
utopía de construir un camino cooperativo verdadero donde no lo hay.
El autor aborda la problemática
sin eufemismos. Decide emprender su visión cuestionando el sentido de las
palabras, y el significado de éstas en boca de quienes tienen poder. Pero, es
mucho más profundo cuando expresa la realidad de Latinoamérica y de los países
del tercer mundo, a los que, según bien considera, el mundo desarrollado
denomina “en vías de desarrollo”, modo más gentil que subdesarrollado, y
sinónimo sin atenuantes en el argot hegemónico de los poderosos.
Nuestro país ha sido en la
historia contemporánea un ejemplo de lo que plantea Panikkar. Por caso, y a
pesar de lo doloroso del tema, Malvinas lo fue y lo sigue siendo. El enclave
colonial en el Atlántico Sur es tal, porque ocurre lo que Panikkar entiende
como la política de los patios traseros. Más allá de la aventura mesiánica de
los dictadores de los ´80, y del baño de realidad y alineamiento internacional
del que EE. UU. hizo gala, influyendo decisivamente en el desenlace del
conflicto bélico con Gran Bretaña, Malvinas es la resultante del modelo del que
habla el autor, y del trazado que une a los antiguos colonialismos con los
modernos imperios.
En
paralelo, también cabe detenerse a mirar hacia adentro del continente
sudamericano y advertir como tienden a replicarse modelos políticos en escala
regional y compartiendo un tiempo determinado. Regionalmente hemos atravesado
las dictaduras, el neoliberalismo y, ahora, esta suerte de sospecha de que un
mundo mejor nos espera, y que Panikkar llama “alborada”. Pero, ¿hasta dónde es
eso cierto? Y de serlo, ¿qué garantía tenemos de que perdure en el tiempo y no
sea más que un punto en un ciclo que luego muta a otras formas?
El desafío de la
interculturalidad es de por sí exigente, pues obliga a desembarazarnos de la
otredad que el otro nos produce. Siguiendo el ejemplo del autor, respecto de no
ser políticamente correcto, arriesgo que poco tiene de sustentable un discurso,
una dialéctica, o un relato, cuando la realidad nos devuelve otras cosas muy
distintas. Por caso, recomiendo de manera muy especial ver el
cortometraje “Pasarela de la
Fraternidad - Paseros y Changarines” (que versa sobre las
relaciones sociales, culturales y laborales en Clorinda, provincia de Formosa,
Argentina, http://www.dailymotion.com/video/xkighy_pasarela-la-fraternidad_creation#.USDg9R1kOSo
), realizado por Pablo Rey y la ONG Rumbo Sur. Verán, que el apotegma: “Una
imagen vale más que mil palabras”, cobra profundo sentido.
Me surge que Argentina, por
razones ínsitas a su constitución como nación, es, tal vez, la menos
latinoamericana de todas las naciones del continente. Eso hace que su idea del
“otro latinoamericano” sea etnocéntrica, incluso hacia adentro de la misma
Patria, por las diferencias que suponen las grandes ciudades y los pequeños
terruños. Una clave cultural que necesita nuestro país es federalizar “las
culturas”. Ya no la de las grandes ciudades hacia el interior, sino al revés.
Como dicen los versos de
Fortunato Ramos: “no te rías de un colla”. He allí el primer paso.
Hasta la próxima mirada.
El Ojo
Críptico