En la Sala Leopoldo Lugones de la 39na. Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y junto a una destacada mesa de expositores integrada por la escritora Marta Mutti, el poeta Carlos Penelas y el periodista e historiador Diego Valenzuela, presentamos el volumen Nro. XX de El libro de los Talleres. La vigencia de este clásico de Editorial Dunken, verdadero acervo del trabajo literario de los talleres literarios de nuestro país en la última década.
Con una sala colmada por la presencia de talleristas, coordinadores, familiares y amigos de estos nóveles autores, y claro está también colegas del quehacer literario y cultural, asomó a la luz la vigésima edición del valioso compendio del trabajo metódico en los géneros cuento y poesía, denominado El libro de los Talleres.
Luego de las presentaciones de
rigor, la prolífica escritora de la
casa Marta Mutti –que además escribió
el prólogo de esta edición especial–, se refirió a la vocación por la escritura
y al sentido que tiene la palabra escrita. Orientó a los autores en su trabajo
y los instó a ser consecuentes con la lectura; pues dijo con énfasis y acierto:
“no hay buen escritor que no sea, primero, mejor lector”.
A continuación, se dirigió al
auditorio Diego Valenzuela,
destacado autor que recientemente publicara un libro destinado a permanecer por
varias generaciones en la preferencia del público: Sarmiento Periodista. El caudillo
de la pluma. La frescura y sencillez del lenguaje de Diego, no
desprovisto del conocimiento del investigador eficaz y honesto, nos llevó por
los caminos sarmientinos y trazó un paralelo entre aquellos hombres del siglo
XIX y los autores contemporáneos. En todo momento destacó que a pesar de la
humildad de su condición y de todas las dificultades, “Sarmiento pudo ser
presidente de la Nación porque primero fue escritor”, y recordó que hacía
campaña con el Facundo bajo el brazo. La nota de calidez y emoción se hizo
presente cuando Diego leyó un poema que él mismo escogió de El
libro de los Talleres y su autora, Susana Barreneche, que había venido
desde Córdoba y estaba en la primera fila, no pudo resistir la emoción y rompió
en llanto de alegría.
Por último Carlos Penelas, poeta con más de cincuenta libros publicados,
cautivó a la platea con su agradable estilo y sutil transgresión investida de
un profundo saber de la historia y las formas de producción de la literatura
argentina y americana. Se sumó así a la exposición de Valenzuela, acotando que
en su escritorio de labor tiene dos pequeños bustos: uno el de Cervantes, y el otro… sí,
acertaron, de Domingo Faustino Sarmiento. También el poeta destacó al prócer
sanjuanino como eximio literato nacional, junto con Jorge Luis Borges y
Leopoldo Lugones, al que también exaltó –justamente– en la sala del predio
ferial que lleva su nombre.
A raíz de un pedido especial que
le formulase debido a su gentil visita, la poeta y escritora Marita Rodríguez-Cazaux , leyó para
todos los presentes un singular poema de la autora cordobesa Geroma Prado (integrante
del volumen Nro. XX) titulado ”Octavo Mandamiento”. A su habitual destreza, la
también autora de Dunken, le adicionó una interpretación perfomática que le
impregnó una pulsión extraordinaria a la lectura. Asimismo, la coordinadora
Susana Panza, leyó un cuento titulado “El murciélago Timoteo” de Tomás Gheller,
composición producida en su taller orientado a la escritura infantil, que sirvió
para demostrar que los chicos también producen y descuellan cuando hay un
trabajo formativo serio y ejemplar, independientemente de la edad.
Para el cierre, todos los
talleristas y coordinadores se reunieron para recibir los libros y diplomas, y
también con el fin de posar para la tradicional foto grupal en un ambiente de confraternidad y celebración de
la palabra en la Feria del Libro inaugurada bajo el lema: “Libros como
puentes”; todo bajo la atenta y profesional supervisión de la coordinadora
editorial y alma máter del proyecto, Sabrina Mariel Vega.
En lo que a mí respecta, sólo
puedo decir que fue un honor compartir la actividad con tan selectos nombres de
nuestra cultura y celebrar con los autores y sus formadores la publicación del
nuevo libro de la consagrada colección de Editorial Dunken. Me siento
gratificado por ello, y también por haber podido cerrar la impecable jornada sosteniendo:
“Escribir puede tener varios propósitos,
pero, entre ellos escojo uno que lo siento esencial, ¡escribimos para la
libertad!”. ¿Qué más se puede pedir?
Ricardo Tejerina