“En
ocasiones soy noche de verano,
sólo
para dormir junto a ti”.
Con
este par de humildes versos, también me sumo a esta obra. RT
“Si
emociona, ya es bastante…”, la cultura popular le adjudica esa definición a
Jorge Luis Borges, y se la vincula con la idea que tenía el extraordinario
escritor y poeta argentino respecto de la poesía.
Es tan
valiosa en boca de quien fuera director de la Biblioteca Nacional porque si de
alguien no se puede presumir falta de rigor y precisión poética y literaria es,
justamente, del autor de “Amorosa anticipación”. Pero, es él quien nos dice que
la poesía es, ante todo, una emoción a flor de piel, o una brisa que nos
despeina, o un ventarrón que nos arrasa, aun adoleciendo de la métrica ajustada
o tal vez carente de la formal estructura del soneto.
Siempre
pensé que un solo verso inspirado justifica todo el trajinar de una vida
consagrada a la poesía. No encuentro una reunión más bella de palabras que aquéllas
que inmortalizaron al poeta de la Isla
Negra. Quién no se emociona cuando resuenan en el éter: “Puedo escribir los
versos más tristes esta noche”; si hasta parece que el mismísimo Don Pablo
acude a nuestro encuentro para mantenernos en frenesí al sugerirnos: “Escribir, por ejemplo: ‘La noche está
estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos’ ”.
Queridos lectores,
sencillamente, he allí la mágica poesía, y como de poemas trata este libro buen
pie nos dan estos maestros de maestros a todos aquellos que aún creemos en la
posibilidad de esperanzarnos con un verso y una rima.
Cada una
de estas páginas contienen una emoción, surgidas todas de la sensibilidad de
los nóveles autores que han agigantado su corazón y su pluma, desnudando así su
alma y sus sentidos en un verso peregrino. Oscar Wilde decía que cuando el
pintor pinta a su modelo, lo que se revela sobre el lienzo es la naturaleza del
artista. De tal modo, cada uno de los poemas de este libro lo que hacen es,
entonces, revelarnos a un conjunto de poetas en ciernes que la Providencia,
Editorial Dunken y humildemente quien suscribe, hemos reunido para regocijo del
lector y satisfacción de la poesía.
El afán por
conmover es ínsito al hombre. Como podremos ver, los variopintos autores que
estamos presentando han delineado racimos de versos y de estrofas inspirados,
quizás, en el virtuosismo y la osadía de Baudelaire, de Rimbaud, de Apollinaire
o de Tristán Tzara; o por qué no tributando a Quevedo, a Petrarca, a el Dante o
aun a Virgilio; o tal vez iluminados por Federico García Lorca, José Martí,
Amado Nervo, Girondo, o Almafuerte. Pudieron también haberse subido a la torre
de la bella de Amherst, Emily Dickinson, o transfundido de Silvina Ocampo y
Alfonsina; o puede que hayan volado con la poesía musical del Flaco Spinetta, o con la autenticidad de
Don Ata, o llorado la patria fronteriza con el imprescindible Fortunato Ramos; o,
quizás, haber sufrido, y tanto, con la Tierra
Baldía de Eliot, ¿por qué no?
Claro que,
desde luego, bien pudieron puyar el burro
de la más virginal inspiración y asestarle una sacudida al corazón adolorido y
derramar sobre el papel las lágrimas del alma teñidas con la tinta de la
decepción producto del desamor; o mejor si se enamoraron del crepúsculo, o del
ruiseñor y la rosa, o del aroma de la campiña, o de la inquietante belleza citadina
de algún café como el de Arlés.
Nuestros
autores le escribieron también a la nostalgia, a la bohemia, a la soledad, al
valor, a las pasiones y a la fiesta. Sus poemas pueden ser odas, o súplicas, o
rezos, o tomar la forma de amalgamas de sentidos entrelazados que patean el
tablero y se abrazan fuertemente a la esperanza y al amor, y también,
inevitablemente, a su álter ego que
es el dolor.
Se trata
de sensibles continuadores de los más dignos poetas que, como testigos de su
tiempo, ofrecen su latido a través de crónicas de vida en clave de poema. Son
los que le pelean al tiempo la existencia, dándole lugar seguro a la ilusión. Son los que queremos tener a nuestro lado siempre,
y tanto más si una noche destemplada cometemos el desliz de “salir de gira” con
nuestras coplas en los labios como único y definitivo equipaje.
Son los autores
de Puente de almas, destellos de
emociones a corazón abierto que nos convocan a cruzar el río bravo de las pasiones
humanas, guiándonos con destreza cual oportunos lazarillos por la senda del
poeta. Pues, la poesía qué es, sino: armoniosos sentidos figurados que parten
desde el alma para buscar sin resuellos el deseoso corazón del confidente.
Ahora, si me lo permiten, y ya que hablamos de poesía, valiéndome de los versos del entrañable Mario Benedetti les confesaré infidentemente cuál es el propósito de este libro de poemas:
“Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites”.
¡Pues basta ya! Vayamos juntos a la
poesía, que la sensibilidad deviene urgente.
Ricardo Tejerina