domingo, 28 de agosto de 2011

Oda a Federico García Lorca

José Curia

NOVENA LUNA

La dama del Plata
prendada de ti,
se viste de gala,
rojo carmesí.
En calle empedrada,
bajo luz de farol,
cela a la Granada
del sur español.

Ricardo Tejerina / 2011

El próximo domingo una nueva luna.

domingo, 21 de agosto de 2011

Oda a Federico García Lorca

José Curia
OCTAVA LUNA

Versos del Romancero
con fama vendrán.
Agigantan tu nombre
de poeta genial.
La Barraca acostumbra
a la luna esquivar;
pero la noche urde trampas
a la libertad.

Ricardo Tejerina / 2011


El próximo domingo una nueva luna.

domingo, 14 de agosto de 2011

Oda a Federico García Lorca

José Curia
SÉPTIMA LUNA

Obrero del verbo,
del pueblo venís.
Tu voz cala hondo,
en pecho juvenil.
La sed del sediento,
es sed de saber;
sólo así, el desierto,
se vuelve vergel.

Ricardo Tejerina / 2011


El próximo domingo una nueva luna.

domingo, 7 de agosto de 2011

Oda a Federico García Lorca

José Curia
SEXTA LUNA

Vaya pues mi niño,
loquillo de atar.
Lloraré tu ausencia,
tejiendo al telar.
¡Ay, mujer llorosa!
¡Qué me hacéis temblar!
A mi vuelta, juro,
tu suerte trocar.

Ricardo Tejerina / 2011


El próximo domingo una nueva luna.

miércoles, 3 de agosto de 2011

CULTURA Y HEGEMONÍA

José Curia

El próximo 19 de agosto se cumplirán 75 años del crimen del talentoso poeta andaluz, Federico García Lorca. La tropelía tuvo lugar en Granada (España) cuando corría el año 1936, hecho que incrementó la luctuosa galería criminal de la Guerra Civil Española; en este caso llevándose la vida de una de las personalidades más trascendentes del arte universal de todos los tiempos.
Ya nos hemos ocupado en este espacio de la vida y la obra del gran Federico cuando hacíamos la columna “Huella de Letras”, y tributábamos a las plumas más destacadas de la historia de la literatura; no obstante, el recuerdo de esta página ominosa tiene el propósito de servir de introducción al tema del presente artículo: la cultura y la hegemonía.
   La acción cultural ha sido siempre un transporte de las tensiones de las sociedades en la lucha por el significado, el gusto y la ideología. Estas tres categorías abarcan casi todas las formas posibles del sentido simbólico. El resto, es decir, lo estrictamente material, libra su batalla en el campo paralelo del mercado y la economía.
Por caso, fue Federico García Lorca quien sostuvo en una legendaria alocución en Fuente Vaqueros que: "Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano, porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio del Estado totalitario, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social".
El poeta –con meridiana claridad– nos dejaba esa sentencia que resume cabalmente lo que significa educar al ciudadano. En definitiva, lo que señalaba y reclamaba Federico era la necesidad del hombre de abrirse al mundo libre, de poder expresar sus ideas, sostener sus convicciones y administrar sus posibilidades de desarrollo, a partir del goce y disfrute de los bienes del espíritu; justamente porque afirmaba la humanidad en todo aquello que nos diferencia de los animales y no en todo lo demás que nos iguala.
Está claro que Lorca pereció bajo la balacera de los fusiles asesinos al servicio del entonces alcalde de Granada, Valdés Guzmán; que sus restos fueron echados a una fosa común y que todavía hoy permanecen desaparecidos. Noten ustedes cómo reaccionó la barbarie ante el mensaje libertario de la razón: ni más, ni menos, que con el derecho de las bestias. No resulta casual.
El ciudadano tiene derecho al alimento para su cuerpo y también para su espíritu. De tal modo crecerá valorando la vida ajena tanto como la propia. Nuestra historia es pródiga –lamentablemente– en ejemplos tan terribles y cruentos como los de la Guerra Civil Española. Pero, también nuestro presente nos enfrenta a las consecuencias de modelos que medran con las necesidades. Daría la sensación que necesitan un pueblo “flor de ceibo”: entretenido en la mediatización de la realidad, el consumo superficial y los fanatismos convulsos incubados al calor de la propaganda.
Cultura y hegemonía generalmente comparten el camino, pero, a no dudarlo: cuando la primera cede, la segunda arrasa.

Ricardo Tejerina / 2011