miércoles, 21 de enero de 2015

LA CUADRATURA DE LAS IDEOLOGÍAS



La alegoría es lo que conocemos más coloquialmente como el "sentido figurado" y no es otra cosa que hablar de algo pero remitiendo a otra cosa. De la familia de las metáforas, este transporte de sentido nos será de utilidad para entender el nudo del planteo que les propongo: la cuadratura de las ideologías.

Adelantándome a las detracciones o satisfacciones que estas líneas puedan llegar a suscitar (cruzadas, incluso), diré que siempre se habla desde un lugar y se construye la razón a partir de la experiencia empírica e intelectual que deviene del permanente proceso de aprendizaje del que somos parte. Como veremos, el problema aparece cuando creemos –equivocadamente– que debemos detenernos en el camino y cambiamos nuestra activa actitud de “búsqueda” por la estática condición del “hallazgo”. No hay en el camino sino postas, y aun la llegada de hoy es el punto de partida del mañana. 

Yendo al punto sin demoras, romperé filas con aquellos que crean poseer la verdad absoluta, conferida por gracia de una iluminación individual que les pertenece, y que evidentemente no ha alcanzado a otros tantos. No aceptaré el cuestionamiento de la cuadratura ideológica, ésa que en su grado extremo nos despoja de hasta la más mínima capacidad humanitaria. 

Las ideologías son construcciones de una cosmovisión. Formas distintas –y en ocasiones antagónicas– de entender el mundo y sus circunstancias. Todas, tienen parte de razón, y en distintos tramos del recorrido suelen encontrar el acierto tanto en el análisis como en las conclusiones; pero también, por oposición todas caen en el error y en la vulnerabilidad argumental. Sencillamente, porque el mundo no se detiene, y las ideologías sí, pues éstas siempre ceden a la tentación de sentarse en el supuesto hallazgo y renunciar a la fatiga que produce la búsqueda constante, ¿verdad?

Esa parálisis es la que vuelve cuadradas a las ideologías. Reiterativas y monotemáticas, las ponencias se repetirán hasta el infinito requiriendo cada vez de mayor extensión de párrafos para enfrentar la vacuidad del contenido. Será pues la extensión directamente proporcional al vacío. Ejemplos de la realidad donde las parrafadas dominan la escena, sobran.

Asimismo, la rigidez de la ideología detenida obligará a sus adeptos a encerrarse en su cuadrado y a observar la realidad a través de un cristal empañado, hecho que llevará a que el sujeto vea formas indefinidas y suponga lo que no ve, adivinando conspiraciones que anidan sólo en su fantasía, encerrándose todavía más en el error que por falta de dinamismo va de suyo. 

Por tal causa encontraremos posturas de lo más absurdas, defensas inopinables y ataques descomedidos. Todas consecuencias de la cuadratura de las ideologías, que además suelen ser muy adictivas, puesto que quien cae en esas fauces necesitará alimentar regularmente al monstruo del vacío para no ser él el devorado.

Entre el sábado y el domingo último, en circunstancias extrañas, murió el fiscal Nisman produciendo lo que en periodismo es “el suceso”. El festival de la cuadratura de las ideologías, de parabienes. Alcanza con leer un poco Facebook para morirse sin redención en el dominio de la nada.


RT



martes, 6 de enero de 2015

LILITHLA, LA CRÍTICA (Ahora en El Ojo Críptico)


Con esta entrega comienza la quinta temporada de El Ojo Críptico. En esta ocasión compartimos la crítica literaria que realizó la especialista Marita Rodríguez-Cazaux de LILITHLA, la última novela del autor de esta tradicional sección. Asimismo, incorporamos una reflexión sobre la “crítica”, para que los lectores puedan ingresar sin dificultades al mundo en que se discuten y/o celebran obras, artistas y autores.

Quiero en esta ocasión acercarles la crítica que realizó la colega Marita Rodríguez-Cazaux de mi novela LILITHLA. No lo hago con el fin de divulgar una percepción favorable del trabajo (cosa que por cierto me honra y lo agradezco), sino con el objeto de mostrar cómo trabaja un profesional de la disciplina y cómo logra en sucesivos párrafos echar luz con un manejo ejemplar de los recursos y requisitos que el género impone. Vayamos pues a lo que escribió MR-C:

“Luego del éxito de EL CARNAVAL DEL DIABLO, que agotó edición en 2013, el escritor argentino Ricardo Tejerina presenta una nueva novela, LILITHLA, LA TENTACIÓN TIENE NOMBRE DE MUJER, con Prólogo de Julio Carreras, comprometido periodista, escritor y poeta nacido en Santiago del Estero.

Si el título no fuera suficiente para movilizar, la portada (tapa y contratapa) que ilustró el artista plástico Rubens Ettomi, tienta a penetrar en los cincuenta capítulos del thriller que remata en sustancioso Epílogo, aunando dos opuestos, INCIPIT, primeras palabras de un documento, y FIN, su extremo contrario, EXCIPIT.

‘En el comienzo…’ anuncia el Libro de los Libros, para ubicar el cosmos temporal en el plan de Dios, y agrega que, después de la creación gloriosa del universo, ‘creó Dios al hombre a su imagen y semejanza’. ‘A imagen de Dios los creó. Macho y Hembra los creó’. A continuación, los bendice y los invita a ‘ser fecundos y multiplicarse’. 

Luego -es decir, después de haber sido documentado este episodio en el texto bíblico-, relata que Yavhé, en la escenografía del bello Paraíso, dispuso que ‘no es bueno que el hombre esté solo’. Así pues, haciéndolo caer en un profundo sueño, toma una de las costillas del cuerpo viril y forma a Eva, a la que presenta ante el hombre, quien exclamó: ‘Ésta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne, será llamada varona porque del varón ha sido tomada’.

Ahora bien, ¿qué hace clamar a Adán, ‘Ésta sí…', si en verdad Eva fuera la única? ¿No es acaso expresión tácita que refiere a <Otra/Aquella/La>, creada como antes se dijo ‘a imagen y semejanza’?

A partir de estas referencias, transcurre la fenomenal novela de Ricardo Tejerina, con un elenco de personajes que enfrentan el destino propio y batallan sus cielos y sus infiernos.

El Paraíso, es el mundo habitado en época contemporánea donde transcurren las pasiones y los desencuentros del elenco que rodea a Lilithla (la, femenino y singular) y a Adam. 

El simbolismo, emerge desde mitos y leyendas e integra significativos elementos. Así, las tribulaciones de Magdalena y Cristian, el nacimiento de Lilithla, la aparición de Samael. El encuentro de la bella Lilithla y el joven Adam Smartfin, docente de la cátedra de Historia de la Cultura en Universidad del Santísimo Salvador. La atractiva Cristal, confidente y amiga de Magdalena, con quien la niña mantendrá una sólida relación. Miguel, Natividad y sus relaciones con Boris Olenkov y Amílcar Carvalho.

En el Capítulo 12, aparecen los significados de nephilims y lilims, y una frase que hay que llevar presente en la lectura de los siguientes capítulos ‘la primera mujer es la que engendra a la última’, ‘[…] aquella primera, la concreta heredera, […]la más negada y omitida, la más repudiada y prostituida, la más renegada y libertaria[…]’.

Otro párrafo en boca de Cristal, en el Capítulo 24, ‘[…] Luzbel es un enigma en sí mismo, y la incertidumbre es su terreno […] la imprevisibilidad está en su naturaleza’, aporta suspenso sobre el avatar que espera a Lilithla, quien deberá limitar su poder con ayuda del amor. 

Por el Capítulo 33 (acertado mensaje de numerología), dos personajes descubren en el ordenador un escondido nombre femenino. En ese momento se descarga una lluvia impiadosa que golpea los vidrios de la ventana, un diluvio casi universal que relampaguea sobre la lumínica pantalla de la computadora y agita las aguas de las suposiciones. 

En la página 114, filosa descripción de Luzbel, y su propio pensamiento, ‘pobres criaturas salvajes’ paseando su mirada por la disco, antes de subir a la limusina negra e impartir una orden que traerá minucioso entramado. Más adelante, página 160, la reflexión de Luzbel, ya no tendrá la misma fuerza ‘[…] de pie, implorando que lo viera —Ya no me ve, ya nada será como ha sido y todo será como entonces. Es una cruel paradoja, hay victorias que engendran derrotas y viceversa… […]’ y se anonadará, para luego, desandar sus pasos y marcharse por donde había venido. 

Genial habilidad para recrear, en el Capítulo 48, la atmósfera en la que Lilithla y Adam, trasvasan su propio Paraíso sensual. A esta altura de la novela, los sucesos orientarán a un ritual que llevará al cierre, del que participarán cuatro de los protagonistas, orientados en cruz hacia los puntos cardinales.

Aquí me planto, un crítico literario que se precie no debe desnudar el desenlace y, mucho menos, el de novelas de suspenso. No quisiera cometer este pecado capital, por temor a que se me obligue a purgarlo por toda una Eternidad. 

Dispénseme misericorde, el Lector Amigo, y permítame un apunte personal sobre el Autor.

Ricardo Tejerina, tiene claro el mapa de escritura, no pierde el hilo conductor y cada personaje desarrolla cabalmente, pasado, presente y futuro. Lo hizo en la novela anterior, lo hace ahora. Es decir, hay tela para cortar y Tejerina sabe cómo hacerlo. 

Estas sintonías logran que se avance con buen ritmo. Aquí, hagamos una aclaración: cuando el Lector apenas apoya la punta de su paso sobre el texto, es porque la narrativa, no permite otra marcha y el relato peca de insustancial, se trata de una historia ‘sobrevolada’. Por lo que hallar el punto que corresponde a transitar gozosamente la lectura, dejando huella al pasar por los renglones, es un logro que otorga altura literaria. Y, Ricardo Tejerina, la tiene con largueza.

No resta más que exhortar al Lector, a conocer de cerca y sustancialmente, a ‘la única capaz de producir el sincretismo entre lo humano y lo divino’. La que se resistió, celosa de su independencia, a no vivir sino tal como fue creada, a imagen y semejanza”.

Muchas gracias, Marita.

Hasta la próxima mirada.

El Ojo Críptico