sábado, 29 de septiembre de 2012

Y DE NUEVO ECHA A ANDAR

Richard Avedon


Hace tiempo que me fui/
en mis ojos ya no estás/
pero búscame otra vez/
puedes intentarlo ya/
y de nuevo echar a andar.

En el pasado me quedé/
solo yo con mi dolor/
sin tener a nadie más/
con mi alma te llamé/
para de nuevo echar a andar.

Si supiera yo qué hacer/
con el roto corazón/
tal vez pediría perdón/
recuperaría tu amor/
para de nuevo echar a andar.

Y si fuera que morí/
y no pudiera yo sentir/
por favor no me olvidés/
busca la felicidad/
y de nuevo echa a andar.


Ricardo Tejerina / 2012

lunes, 17 de septiembre de 2012

DUNKEN: La sana costumbre de publicar

 Fotos: Gentileza Editorial Dunken

El sábado 15 de septiembre vieron la luz en Editorial Dunken tres nuevos libros, editados con la solvencia que caracteriza a la casa. En esta ocasión tuve el honor de conducir las tres presentaciones que, a no dudarlo, fueron concurridas y emocionantes.

Comenzamos muy temprano con la Selección de las Provincias de cuento y poesía (que también compilé), seguimos con la antología de poemas Polifonía Audaz (compilación de Jorge Enrique Hadandoniou), y finalizamos -promediando la tarde- con un clásico de la editorial: El Libro de los Talleres Volumen XVIII.



Editorial Dunken viene desarrollando desde 2004 esta propuesta de selección de textos y publicación gratuita de autores a través de diferentes modalidades. De hecho, en la triple presentación del sábado pasado todas ellas se imbricaron. Fue así que en una misma jornada -y bajo la atenta y diestra supervisión editorial a cargo de la responsable del proyecto, Sabrina Vega- la tradicional compilación de cuento y poesía, convivió con la publicación de los talleres, y con la iniciativa amplia y federal que se resume en la Selección de las Provincias.

Cada uno de los momentos fue especial. Con la selección que yo compilé tuvimos un encuentro más personalizado y directo que incluyó las tradicionales "devoluciones individuales" a los autores. Es decir: el procedimiento mediante el cual el compilador hace un breve comentario puntual de cada una de las obras de los autores presentes. Esto fue posible dado que los escritores asistentes constituían una cantidad no muy abultada, puesto que varios de ellos no pudieron llegarse hasta la Ciudad de Buenos Aires por razones de distancia (la selección de las provincias abarca todo el territorio nacional). Repasamos pues las características de la obra en su conjunto, leímos algunos textos, y todos juntos -Editorial, autores y compilador- nos sentimos gratificados por haber concretado un proyecto tan bello como imprescindible para las nuevas letras nacionales.


Respecto del poemario Polifonía Audaz, debo decir que fue un gusto y un honor presentarlo. Cuando el reloj apenas pasaba de las 12 del mediodía, comenzamos lo que sería un vigorizante "baño de poesía". Aprovechando la ocasión recordamos la condición de bella arte de la actividad poética y pudimos sumerginos en el sutil mundo de los versos y las rimas. Recordamos lo que sostenía Jorge Luis Borges: "si emociona ya es bastante", al referirse a la poesía, y los autores que se animaron compartieron con todos nosostros sus obras, que son el rico fruto de la vocación expresiva, el esfuerzo y la creatividad.


Y, ¿qué decir de El Libro de los Talleres? El generoso y polifuncional salón de Dunken se vio superado. Enhorabuena. El volumen XVIII de este clásico de la actividad literaria que nos distingue, llevada a cabo en los semilleros formadores de autores de nuestro país, se conformó con el aporte de los Talleres: "Andamios en Tinta", "Ándes", "Taller de Haiku", "Indicios en Tinta", "Taller de Lectura y Escritura Creativa", "Purapalabra" y "Tiempos". Fueron casi dos horas de idas y vueltas narrativas y poéticas. Si hasta hablamos de los orígenes de la escritura, recordamos el maravilloso Soneto de Quevedo de elogio a la imprenta, y junto con los coordinadores y talleristas leímos gran cantidad de textos, reflexionamos y nos emocionamos, literalmente.

En todos los casos, y como es costumbre, todos los autores de las distintas selecciones fueron obsequiados con el libro contenedor de su obra, y distinguidos con el diploma de honor con el que la Editorial da fe de la selección y publicación; siendo este ritual una de las paradas más esperadas y festivas de este tipo de encuentros.

En síntesis, tres bellos momentos en los que la cultura y la sensibilidad volvieron a amalgamarse para constituir la razón de ser de una propuesta editorial que siempre es una celebración de sentidos inquietos y significados profundos. 

¡Gracias a todos, por tanto y tan bueno!

Ricardo Tejerina




lunes, 10 de septiembre de 2012

PRÓLOGO PARA LA SELECCIÓN DE LAS PROVINCIAS (Editorial Dunken)


“Si en este instante bajar yo pudiera,
si soltara amarras y allende me fuera,
hasta la Pachamama quizás llegaría,
hasta las entrañas de la tierra nuestra.”
Fragmento de “Pasión Argentina”, 
que escribí en 2011,
 con el que humildemente me sumo 
a esta obra pletórica de sentidos.




Quiero comenzar estas líneas introductorias de la Selección de las Provincias destacando los tres pilares en los que, considero, se apoya esta obra:
El primero es de naturaleza emprendedora, puesto que surge a partir de la vocación de Editorial Dunken consistente en producir un proyecto literario de raíz federal, que posibilita la publicación de autores de todo el territorio nacional, los que unidos a través de la creatividad poética o narrativa, dan cabal testimonio de la potencia expresiva que distingue a nuestro pueblo.
El segundo, de matriz cultural, me remite a la idea de convivencia e interculturalidad dentro de ese mismo pueblo, puesto que este libro reúne aleatoriamente a dos géneros distintos como lo son el cuento y la poesía, (y a sus hijos dilectos: el microrrelato y la prosa poética), pero también contiene vivencias, circunstancias, costumbres, estilos, realidades y contextos diferentes, producto de la procedencia particular de cada autor. Esa característica heterogénea de orígenes (aun dentro de la misma Patria), deriva en una propuesta rica en matices y contrastes, pero de igual modo capaz de brindar una amplia idea de unidad colectiva, integradora y trascendente.
Finalmente, el tercer pilar es puramente artístico, pues esta obra es, por cierto, un emergente fidedigno de nuestro propio arte, construida desde las entrañas mismas de la Argentina íntima. Se trata pues de pinceladas literarias que desnudan la sensibilidad y agudeza de nuestros autores, todos comprometidos con la afanosa y noble tarea de la construcción de sentido, ya sea desde la más pura ficción desarrollada en un relato, o desde la realidad más cruel y dolorosa reconvertida en verso de poesía.  
¡Enhorabuena, que tengamos esta chance! Ciertamente, estamos alumbrando un hijo literario, concebido con la ilusión y el trabajo fecundo de los autores y la coordinación editorial. Como compilador, me siento honrado y afortunado de ser parte de esta creación colectiva que se ha nutrido con la fuerza creadora de todas las regiones argentinas; y como lector de la misma: me confieso por demás gratificado dada la riqueza y singularidad de cada una de las obras publicadas en este volumen, las que he seleccionado entre otras muchas, con la mayor rigurosidad profesional, unida –claro está– a la emoción y subjetividad que cada ejercicio de preferencia implica.
Es por demás auspicioso el contenido de este libro, el que fluye entre párrafos y versos, de conjunto combinados en súbita armonía. Se destacan los relatos escogidos por ser dignos tributos al género cuento, dando preciso testimonio de la vigencia y del virtuoso palmarés que acredita la narración breve a lo largo de la historia. Y también descuellan nuestros sensibles poetas que pergeñaron sus rimas inspirados en el afán de convocar a la más pura emoción.
Quien nos acompañe en la aventura de la lectura hallará en esta obra huellas, vestigios y deícticos de aquellas plumas americanas que llamamos “grandes” y que a todos nos subyugan; como si de modos diversos las musas de Don Atahualpa Yupanqui, o de Almafuerte, Neruda, Benedetti, José Hernández, Borges y Cortázar se llegaran hasta aquí para augurarnos el acierto del camino escogido y transitado. Hablo de esas mismas musas que el maestro Picasso no sabía si existían, pero siempre quería que lo encontrasen trabajando.
Los libros son como las personas, hay que conocerlos por dentro para apreciarlos y quererlos; no trepide entonces, amigo lector, en sumergirse en la pluralidad de sentidos que estas páginas le ofrecen. Y sepa también que no he venido a prometer sino a cumplir. Tan seguro de ello estoy que la primera vuelta de lectura va a mi cargo; puede usted empezar ya mismo, y también, por donde guste.

Ricardo Tejerina

sábado, 8 de septiembre de 2012

EL TIEMPO Y EL SER

Cinco amigos, un ritual y un registro fotográfico que ya lleva 30 años. O de cómo el tiempo es parte inescindible del ser desde sus distintas dimensiones.


El paso del tiempo deviene en una suerte de misterio cuya evidencia es abstracta y fáctica. La abstracción es la forma en que medimos a ese arcano temporal: los relojes y los calendarios nos ayudan en esa ingrata tarea; el aspecto fáctico es –literalmente– el envejecimiento.
El afamado escritor ruso nacionalizado estadounidense Isaac Asimov (1920-1992) solía decir que el paso del tiempo también era una cuestión de percepción; es decir: que no corría a la misma velocidad cuando se trataba de un placer que de una carga. Asumo que comparto plenamente el juicio del autor de Yo, robot y El hombre bicentanario, entre otras obras tan lúcidas y singulares.
La introducción viene a cuento porque en esta entrega quiero compartir con ustedes las sensaciones que me produjo el haber visto en Internet (Yahoo, Infobae, y otros) un curioso –y emotivo– ritual que desde hace 30 años llevan a cabo cinco amigos a orillas del Lago Copco en California, EE. UU. Estos, cuando muchachos, se tomaron una fotografía en la que se los ve sentados uno al lado del otro, en una típica toma de vacaciones compartidas. Cinco años más tarde repitieron la instantánea –en el preciso sitio y ocupando las mismas ubicaciones– y así lo han hecho hasta actualidad con intervalos de un lustro.
Las seis fotografías existentes representan 30 años, esos que comenzaron con la lozana juventud y que en el presente dan cuenta de las dignas madureces de los cinco amigos, otrora jóvenes. A fe digo que me resultó muy interesante la experiencia, pero no sólo por el registro del paso del tiempo –que ya de por sí es una grandísima idea– sino por el juramento de continuar con el ritual fotográfico hasta que viva el último de ellos.
De modos distintos, encuentro en la ocurrencia las dimensiones fácticas y abstractas del tiempo: las fotos –el registro– son el elemento tangible, la evidencia del tiempo ido con las secuelas de cambios fisonómicos de los protagonistas; por su parte, el juramento de continuidad de la ceremonia cada cinco años es el avance sobre la abstracción, el dominio sobre la dimensión simbólica. En buena medida es la lucha del hombre por darle sentido al fugaz cronómetro con que la vida nos cuenta los días.
Seguramente, muchos de nosotros acostumbramos a tomar fotografías de nuestros seres queridos, de nuestras mascotas, de los lugares que visitamos, de los festejos, etcétera. Cada una de ellas ha detenido el tiempo, ha convertido al instante en una imagen, pero una imagen con sentidos, pues la mera contemplación activa recuerdos y emociones que suelen jugarnos aleatoriamente buenas pasadas y también de las otras.
Sin que haya sido un fin en sí mismo, lo que a priori era un artículo algo más superficial, se convirtió en una suerte de reflexión metafísica, porque el tiempo siempre nos obliga a ir al nudo gordiano de la existencia, al plano ontológico y holístico, al recóndito universo donde campea el ser. No obstante, ruego a mis lectores que no juzguen a estas líneas con la severidad intelectual, sino que, más bien, déjenlas transcurrir por el plano de las menos exigentes y más elocuentes emociones.
Pues entonces, si de hechos y abstracciones hablábamos, diré que las fotografías son imágenes fácticas de los "recuerdos del pasado"; y que la imaginación es aquello abstracto que nos proporciona las imágenes de los "recuerdos del futuro". Tal vez el leit motiv de los cinco amigos, que cuando decidieron –ayer– se pensaron en el mañana... algo similar a lo que todos solemos hacer, aun sin fotos ni promesas, y sin saber a ciencia cierta si llegado el caso podremos dar cuenta presencial de nuestra propia existencia.
Hasta la próxima mirada. 
El Ojo Críptico