sábado, 7 de septiembre de 2013

THOMAS MANN Y EL MITO DE FAUSTO


Las novelas pueden llevarnos por los caminos extremos de la sensibilidad humana y enfrentarnos a nuestras pasiones, deseos y decepciones. La idea del “pacto diabólico” ha sido abordada muchas veces y por variados autores, aunque en pocas ocasiones llegó a ser tan sublime como en la obra de Thomas Mann, Doktor Faustus. Aquí, la relación entre el mito fáustico y la sutil pluma del escritor alemán, Premio Nobel de Literatura en 1929.

El mito faústico proviene de la antigua tradición alemana. Consiste –en sentido abstracto– en un pacto de intercambio espiritual e inmaterial, con derivaciones trágicas, producto de la complejidad de los efectos sometidos a la transacción y de los sujetos productores de la misma. Lo transaccionado es generalmente alegórico, bien puede tratarse de la obtención de habilidades, reconocimiento, admiración o posición, instancias todas que remiten al fugaz éxito personal (o profesional), el que para ser obtenido exigirá a cambio un crucial renunciamiento espiritual, que se traduce en la figura poética de la “venta de la propia alma”. 
Intervienen y realizan el pacto un ser humano (poseedor de alma), por lo general ambicioso y dispuesto voluntariamente al intercambio, y una entidad demoníaca (ávida de la espiritualidad humana), poderosa y celosa del fiel cumplimiento del compromiso asumido por el primero.
De alguna manera subyace la idea de que siempre será menor la paga dada (el éxito) que el valor intrínseco de lo entregado a cambio (el alma), atento a las características perecederas de los atributos mundanos y la eternidad inconmovible y trascendente de las cuestiones divinas.
El mito faústico es, en sí, una idea tan cruel como real acerca de las consecuencias de la usura y el timo moral, y su relación con las pasiones sensibles y la inmediatez apurada por la finitud, todo ello en el marco de una atmósfera literaria oscura y densa y una poética pródiga y fantástica.
Recreado en muchas oportunidades, es ineludible la relación con el Fauft de Goethe para comprender el alcance del Doktor Faustus de Thomas Mann, tanto como deviene necesaria la versión de dominante impronta política del mismo mito, Mephisto, autoría de Klaus Mann, primogénito del Premio Nobel de 1929.

Doktor Faustus y sus circunstancias

En la prolífica literatura de Mann, Doktor Faustus se sitúa como una obra crepuscular pero de máxima lucidez creativa y testimonial. Escrita en condición de autor consagrado y personalidad de culto, la obra es casi un testamento ideológico -  literario que no escatima virtuosismo narrativo ni compromiso político, al punto tal que aun siguiendo un celoso rastro se torna en extremo dificultoso determinar si prevalece el artista de refinada pluma por sobre el hombre agudo y comprometido, o viceversa.
Realizada entre 1943 y 1947 en el exilio estadounidense de Mann, la extensa obra recibió la colaboración y aportaciones de artistas e intelectuales de inmensa trascendencia como ser Igor Stravinsky, Arnold Schönberg o Theodor Adorno. En grado muy especial y calificado de este último, puesto que se le atribuyen al pensador de Frankfurt parágrafos completos de reflexiones estéticas y descripciones musicales relativas a la obra del protagonista Adrian Leverkühn.
Mann pensó la novela como una: “(…) sumaria biografía de un hombre querido, de un músico genial que el destino levantó y hundió con implacable crueldad”, pero en  paralelo es una aguda crítica al régimen del Tercer Reich.
De algún modo el autor interpreta y relaciona el ascenso y la caída del conflictuado protagonista con el de la misma Alemania, hundida en un proceso de mesiánica destrucción. Por tal razón es que puede interpretarse a la figura demoníaca (real o imaginaria) con la que pacta Leverkühn, con el mal y la calamidad que asoló al pueblo alemán y que representó el nacional-socialismo para la Europa de la época y el mundo contemporáneo.
La obra, poseedora de una fuerza tan intensa que conmueve, es la descarnada y dolorosa narración de una terrible inflexión que involucra por un lado al amor y la admiración, luego trocadas en abismal decepción por la retracción individual (de Leverkühn) y colectiva (de Alemania) a un primitivismo espiritual y ético.
En variadas oportunidades el Doktor Faustus se convierte en un texto preciso, meticuloso hasta el límite, abundante en el tono pedagógico y disciplinar, sustraído ex profeso de la narrativa de ficción. Mientras que en otros momentos, desciende abismalmente hasta las fibras más íntimas del ser y desafía la tolerancia espiritual del lector. En cierto sentido, obliga al que osase sumergirse en las profusas páginas de la demoníaca novela a vivenciar el padecimiento de Leverkühn, y a sufrirlo literaria pero inevitablemente.
 En suma, Doktor Faustus, es una puntillosa alegoría ética, estética y política que se interna en los fatídicos caminos trazados por la tentación, el arte, el poder, el amor y la perdición.
Hasta la próxima mirada.

El Ojo Críptico