sábado, 5 de enero de 2013

ANALICEMOS: "El caso del director del cementerio de Londres"

Comienza la tercera temporada de El Ojo Críptico (que en realidad es la cuarta, si contásemos la columna antecesora “Huella de Letras”, publicada en este mismo medio, durante todo el 2010). Si bien continuaremos con la tradicional tribuna cultural que hemos compartido durante todo este tiempo, para el 2013 pensamos algunas nuevas propuestas, siempre dentro de las características y las formas que ya ha adoptado este espacio. A los tradicionales artículos, crónicas y críticas que hemos realizado, le sumaremos ahora un espacio literario que damos en llamar “La Bitácora”. Así, algunas entregas consistirán en la publicación de un relato y el adicional de un análisis o reflexión sobre el mismo, descubriendo alguna intimidad, anécdota, o simple sensación. Pues entonces, comenzamos enero de esta forma, es decir: con la publicación de un cuento que fundamentalmente es un homenaje a Edgar Allan Poe, el indiscutido maestro del género.

LA BITÁCORA
La mirada de El Ojo Críptico


Este cuento (El caso del Director del Cementerio de Londres) lo escribí el año pasado, durante el mes de febrero, en período de vacaciones. Había estado leyendo (releyendo para bien decir) algunos relatos de Edgar Allan Poe, y me detuve muy especialmente en “El entierro prematuro”, que fuera compilado junto a otras obras del autor en un volumen de bolsillo que editó el diario Crónica en 1994, titulado: Cuentos de intriga y terror.
En el oficio de la escritura se suelen hacer estos tributos, y ciertamente los encuentro muy apropiados, pues creo que una buena manera de mantener vigentes a las obras clásicas es resignificarlas en la contemporaneidad.
Con humildad, y aun con torpeza, he tratado de reflejar en mi relato la atmósfera de los cuentos de Poe; y también esa bruma romántica (en el sentido trágico del término), que dominaba la expresividad del célebre escritor bostoniano.
Por ello, he tratado de construir una historia que pretende conmover al lector, desafiarlo, tanto en su gusto como en su moralidad. El tema es de por sí poco agradable y el juicio sobre el comportamiento del protagonista puede ser dual: pues bien puede ser tomado por un vengador, como por un calculador asesino.
Asimismo, el título es también un homenaje al autor de “La caída de la Casa Usher”, y es la única vez que yo he utilizado la fórmula: “El caso del…”, para nombrar un relato. Poe, por su parte, la usó en el extraordinario cuento: “El caso del Señor Valdemar” (hay otras traducciones, pero yo prefiero ésa, directa y simple).
Finalmente, confieso que también hay en este cuento algo borgiano. Está construido como una crónica, lo que le da esa apariencia de “verosímil realidad”. A estas formas se las denomina con el genérico “apócrifos”, que no son más que ficciones que impulsan a nuestra duda hasta su límite.
Espero que hayan disfrutado del relato y también de la bitácora, de ser así habrá más “cuentos comentados”.

Hasta la próxima mirada.
El Ojo Críptico