domingo, 27 de marzo de 2011

EL SUEÑO

Salvador Dalí

Hay un lugar, según algunos, donde moran los muertos a la espera del juicio final. Llaman a ese sitio: El Hades. Hay un lugar, según muchos otros, donde moran los vivos a la espera de la muerte. Llaman a ese sitio: La Tierra. Pero, también, existe un punto donde ambas esperas –la del juicio final y la de la muerte– confluyen. Llaman a ello: el sueño. No es exactamente un sitio, sino, más bien, un estado. Quien pueda comprender la diferencia, muy cerca estará de responder la pregunta que tantas veces se ha formulado acerca de la vida y la muerte.

Ricardo Tejerina / 2011


sábado, 26 de marzo de 2011

HABLAR DE CULTURA ES, TAMBIÉN, HABLAR DE FUTURO.


Humahuca, provincia de Jujuy, Argentina.
La importancia de una cultura plural y federal.

 Una reducción de lo que es la cultura es pensarla como sinónimo de alguna (o de todas) las formas del arte, o de las cuestiones eruditas, o de un espectáculo, o de un museo, o de una biblioteca, o de un comportamiento, o de un evento, o de una ideología, etcétera, etcétera, etcétera. Sencillamente, porque la cultura es el continente de todo lo antedicho, no su igual. No obstante, estas valoraciones no son siempre inocentes o un involuntario error conceptual, puesto que reducir la significación y alcance de la cultura es una política, del mismo modo que lo sería utilizarla como ariete de la propaganda hegemónica, o como es más valioso y deseable: promoverla para una convivencia plural y democrática.
Es curioso, pero parecería que hablar de cultura implica hablar de cosas abstractas o remotas, muy farragosas y demasiado complicadas, para lo cual sólo están habilitados algunos pocos dignatarios culturales. Algo así como los elefantes blancos de la erudición, hábiles en el manejo de la retórica, versados en la historia, en la antropología o la filosofía, y calificados por el reconocimiento formal de las instituciones. Puede ser, pues nadie podría restarle méritos a las palabras de esos hombres de la cultura hablando –justamente– de la cultura; pero, tampoco puede negarse que la cultura es lo popular, lo preservado en las memorias locales de los lugares más recónditos y pequeños del país, lo que se expresa en los espacios públicos urbanos a través de colectivos anónimos que dejan su huella de graffitis, los chicos con guardapolvos blancos jurando la bandera en una escuela rural o citadina, lo que cambia y se transforma con vértigo o con rémora, o lo que a partir de un sincretismo conmueve al espíritu y a la razón. Y de todo ello, son muchos más los que pueden hablarnos, contarnos, enseñarnos, guiarnos e introducirnos en su mundo de símbolos y significados. He allí una visión de cultura más completa y al mismo tiempo más consecuente con la humanidad, su razón de ser.
Pensar una política cultural implica saber primero a qué definición de cultura adscribimos. Esto es: a la del mero espectáculo, que lo que requiere son espectadores, o a la del autoritarismo y la hegemonía –que totaliza una parcialidad– y lo que demanda son fanáticos, o a la de la legítima construcción de sentidos que vinculan, promueven, interrelacionan y nos ayudan a comprendernos y aceptarnos en la diversidad, a través de instrumentos como las leyes, procedimientos como el diálogo y valores como el respeto.
Es seguro que los pueblos responden política y socialmente de acuerdo con sus referencias culturales y que debemos dar un salto de calidad en lo que respecta a las políticas culturales en nuestro país, entendiendo a la cultura como una herramienta fundamental para la inclusión social y la movilidad social ascendente; pues, como decía Federico García Lorca: “está bien que todos los hombres coman, pero también que todos los hombres sepan”. Ese salto debe orientarse en la homogenización institucional de las carteras de Cultura nacional y provinciales. En la generación de un presupuesto que permita el desarrollo de una cultura federal. En la preservación identitaria de nuestra nación a partir de una revalorización de lo propio, y en la promoción y planificación de las industrias culturales y de las nuevas tecnologías aplicadas a la difusión cultural.
De tal modo, hablar de cultura, también supondrá hablar de futuro.


Ricardo Tejerina / 2011


domingo, 20 de marzo de 2011

DE LA ANTINOMIA DE LA FINITUD Y LA ETERNIDAD

Wassily  Kandinsky

En determinados momentos del día suelo pensar en las características de la eternidad. Lo hago de modo tal que intento hacerme una idea cuantitativa de lo que implican millones de años hacia atrás y lo mismo para adelante. Confieso que la mayoría de las veces termino abrumado. En futuras ocasiones intentaré despojarme de la atadura del tiempo y pensaré a la eternidad sólo como un estado. De ser así, lo eterno no sería otra cosa que un presente continuo, lo que devendría contradictorio puesto que por definición dicho estado resulta una arbitrariedad reflexiva, una suerte de céteris páribus. No obstante, asumo que el no tener que pensar en el pasado y en el futuro haría a la eternidad más tolerable, aunque, intuyo, que llegado el caso cavilaría con nostalgia acerca de la finitud perdida. En ese punto: la conciencia de ella (de la finitud) me haría inferir que la eternidad no es tal, o que más bien se trata de un sofisticado engaño con que lo condenado a extinguirse nos entretiene todo el tiempo, eternamente. Así las cosas, finitud y eternidad ya no me resultan antónimos.

Ricardo Tejerina / 2011

sábado, 19 de marzo de 2011

EL DÍA DE RODOLFO (En el mes de Rodolfo)

Rodolfo Walsh


Todo lo aquí relatado es ficción,
menos la persona, la fecha,
y el desenlace al cual se alude.
En definitiva, queda poco de ficción
y mucho de uno de los períodos más crueles
y aciagos de la historia argentina contemporánea.
Dedicado a la memoria de uno los más grandes, siempre.
RT
        

        Aquel día se levantó temprano y se sintió bastante despojado, tal vez ingrávido. Aún sin vestirse salió del dormitorio y fue hasta la puerta de entrada. Por debajo de ella, como de costumbre, se había deslizado el diario. Sin tomarlo, pero inclinado sobre él, lo ojeó instintivamente. Lo percibió borroso, creyó que por la falta de sus lentes que habían quedado sobre la mesa de luz. Cuando reparó en la fecha impresa asumió que el oprobio (que ya había cumplido un año) continuaría oscureciendo la vida nacional. Era 25 de marzo de 1977. Al regresar a la habitación vio su cuerpo adormecido sobre la cama. De inmediato supo que éste no sería un día más y que, tal vez, ya no habría otros. Encarnado, despertó. A sabiendas repitió la misma rutina. Luego se vistió, tomó una carta que descansaba sobre la mesa del comedor, ésa que había escrito con el objeto de dar testimonio en momentos difíciles, y sereno, salió a enfrentarse con su heroico destino. 

Ricardo Tejerina / 2011

domingo, 6 de marzo de 2011

EL DERECHO DE LAS BESTIAS

Pablo Picasso

Estoy convencido de que existe una fuerte ligazón y un sinnúmero de aspectos comunes entre cultura y deporte. Desde ya que no es un descubrimiento, ya lo decía el poeta romano Juvenal en tiempos del Imperio: “Mens sana in corpore sano”.
 Las relaciones de las que hablo tienen que ver con el hecho de que las formas de una sociedad se replican, también, en los modos y maneras de practicar una disciplina deportiva. Los campos y pistas de deportes tienden a reproducir –en escala– los comportamientos generales de la vida social.
 Promediando el mes de febrero próximo pasado, los que gustamos del fútbol nos hemos sentido apenados por la grave lesión que sufriera la joven estrella del Racing Club de Avellaneda, el volante colombiano Giovanni Moreno. Según se supo, al cabo de la primera fecha del torneo de la AFA, y luego de haber sido sometido a una sistemática cacería mal intencionada dentro del campo de juego, el talentoso jugador sufrió la rotura de ligamentos de su rodilla izquierda; lesión que le impediría ser de la partida en el resto del campeonato con la camiseta de su club y también lo privaría de vestir la de su seleccionado en la próxima Copa América a disputarse en nuestro país en julio venidero, puesto que la recuperación le demandaría un lapso no inferior a seis meses.
Durante el encuentro en el que se produjo el lamentable hecho, el astro cafetero fue asediado, hostigado y golpeado de manera deliberada por un “colega” rival, el mismo que tampoco escatimó patética vulgaridad al propinarle todo tipo de insultos y amenazas que la televisión registró inequívocamente. Sin dudas, un verdadero despropósito que refleja la crispación que se percibe, también, en la vida cotidiana de nuestra sociedad, la que es sometida a diario a violencias de todo tipo, que van desde las arbitrarias obstrucciones del tránsito, pasan por el desmadre del espacio público y llegan hasta comprometer, o incluso cegar, la vida misma de las personas.
Todo esto, tanto en el deporte como en la calle, sucede bajo el amparo indolente de las autoridades que son quienes deben ocuparse del cuidado y protección de aquellos que, de manera recurrente, son víctimas de la prepotencia pertinaz e injustificable, la que se equipara con el abuso de la fuerza, que es –literalmente– el derecho de las bestias.
Necesitamos nuevos modelos, mejores ejemplos y más confiables paradigmas. José Ingenieros, quien fuera en vida digno de ser encuadrado en las categorías anteriores y uno de los más lúcidos pensadores argentinos, sostenía que sólo existiría solidaridad en una comunidad de hombres si la dicha del mejor a todos enorgulleciese y la miseria del más triste llenase a todos de vergüenza.
Mientras se condene al virtuoso al acicate artero de la agresión y poco o nada se haga por el más vulnerable e indefenso, muy lejos quedaremos de la máxima latina con que abrimos este artículo, pues estaremos hiriendo de muerte a la acertada aspiración de espíritus sanos en cuerpos saludables.

Ricardo Tejerina / 2011