martes, 30 de abril de 2013

LIBROS COMO PUENTES

Foto: Eduardo Mayol

El domingo 28 de abril, en la Sala Victoria Ocampo (nada menos) de la 39na. Feria del Libro de Buenos Aires cuyo lema de este año es "Libros como puentes", irrumpieron en el universo literario contemporáneo, dos nuevas antologías de la tradicional colección de Editorial Dunken de cuento y poesía: Magia Registrada y Puente de Almas

Presentamos ambos libros conjuntamente, a sala llena, e inundada de una emoción que a nadie resultó esquiva. De nuevo tuve el gusto de llevar a cabo el coloquio con la colega, compiladora y prologuista de Magia Registrada, Marita Rodríguez-Cazaux, y la coordinadora editorial Sabrina Vega.

Relevando ambas publicaciones veremos que nos acercamos a una cifra que ronda los doscientos autores seleccionados. Un número de por sí auspicioso, pero además, un primer análisis del contenido nos permite advertir lo compacto que se revela el mismo en ambas obras, dando así testimonio de la constante superación que ya caracteriza a la afianzada colección, acervo de las nuevas letras nacionales.

En aquella tarde de este abril, que no fue cruel como el de La Tierra Baldía de T. S. Eliot, esa legión de autores esperanzados vivenciaron la culminación de una experiencia singular: ver su trabajo publicado en un libro y presentado en el espacio legitimador por excelencia que es la Feria. En medio, también accedieron al conocimiento de la elaboración, la corrección y la producción editorial, con un cuento o un poema como original y sensible carta de presentación.

Celebramos pues, esta alborada de plumas del mejor modo. Y también nos dimos el gusto de que las publicaciones contaran para sus tapas con las obras de Néstor Vega y Cristina Rodano, completando así el virtuoso camino del arte, expresado en un libro como puente a la trascendencia.

RT


lunes, 29 de abril de 2013

LA VIGENCIA DE UN CLÁSICO DE DUNKEN. Presentamos el Libro de los Talleres Nro. XX



En la Sala Leopoldo Lugones de la 39na. Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, y junto a una destacada mesa de expositores integrada por la escritora Marta Mutti, el poeta Carlos Penelas y el periodista e historiador Diego Valenzuela, presentamos el volumen Nro. XX de El libro de los Talleres. La vigencia de este clásico de Editorial Dunken, verdadero acervo del trabajo literario de los talleres literarios de nuestro país en la última década.


Con una sala colmada por la presencia de talleristas, coordinadores, familiares y amigos de estos nóveles autores, y claro está también colegas del quehacer literario y cultural, asomó a la luz la vigésima edición del valioso compendio del trabajo metódico en los géneros cuento y poesía, denominado El libro de los Talleres.

Luego de las presentaciones de rigor, la prolífica escritora de la casa Marta Mutti –que además escribió el prólogo de esta edición especial–, se refirió a la vocación por la escritura y al sentido que tiene la palabra escrita. Orientó a los autores en su trabajo y los instó a ser consecuentes con la lectura; pues dijo con énfasis y acierto: “no hay buen escritor que no sea, primero, mejor lector”.

A continuación, se dirigió al auditorio Diego Valenzuela, destacado autor que recientemente publicara un libro destinado a permanecer por varias generaciones en la preferencia del público: Sarmiento Periodista. El caudillo de la pluma. La frescura y sencillez del lenguaje de Diego, no desprovisto del conocimiento del investigador eficaz y honesto, nos llevó por los caminos sarmientinos y trazó un paralelo entre aquellos hombres del siglo XIX y los autores contemporáneos. En todo momento destacó que a pesar de la humildad de su condición y de todas las dificultades, “Sarmiento pudo ser presidente de la Nación porque primero fue escritor”, y recordó que hacía campaña con el Facundo bajo el brazo. La nota de calidez y emoción se hizo presente cuando Diego leyó un poema que él mismo escogió de El libro de los Talleres y su autora, Susana Barreneche, que había venido desde Córdoba y estaba en la primera fila, no pudo resistir la emoción y rompió en llanto de alegría.

Por último Carlos Penelas, poeta con más de cincuenta libros publicados, cautivó a la platea con su agradable estilo y sutil transgresión investida de un profundo saber de la historia y las formas de producción de la literatura argentina y americana. Se sumó así a la exposición de Valenzuela, acotando que en su escritorio de labor tiene dos pequeños  bustos: uno el de Cervantes, y el otro… sí, acertaron, de Domingo Faustino Sarmiento. También el poeta destacó al prócer sanjuanino como eximio literato nacional, junto con Jorge Luis Borges y Leopoldo Lugones, al que también exaltó –justamente– en la sala del predio ferial que lleva su nombre.

A raíz de un pedido especial que le formulase debido a su gentil visita, la poeta y escritora Marita Rodríguez-Cazaux , leyó para todos los presentes un singular poema de la autora cordobesa Geroma Prado (integrante del volumen Nro. XX) titulado ”Octavo Mandamiento”. A su habitual destreza, la también autora de Dunken, le adicionó una interpretación perfomática que le impregnó una pulsión extraordinaria a la lectura. Asimismo, la coordinadora Susana Panza, leyó un cuento titulado “El murciélago Timoteo” de Tomás Gheller, composición producida en su taller orientado a la escritura infantil, que sirvió para demostrar que los chicos también producen y descuellan cuando hay un trabajo formativo serio y ejemplar, independientemente de la edad.

Para el cierre, todos los talleristas y coordinadores se reunieron para recibir los libros y diplomas, y también con el fin de posar para la tradicional foto grupal en un ambiente de confraternidad y celebración de la palabra en la Feria del Libro inaugurada bajo el lema: “Libros como puentes”; todo bajo la atenta y profesional supervisión de la coordinadora editorial y alma máter del proyecto, Sabrina Mariel Vega.

En lo que a mí respecta, sólo puedo decir que fue un honor compartir la actividad con tan selectos nombres de nuestra cultura y celebrar con los autores y sus formadores la publicación del nuevo libro de la consagrada colección de Editorial Dunken. Me siento gratificado por ello, y también por haber podido cerrar la impecable jornada sosteniendo: “Escribir puede tener varios propósitos, pero, entre ellos escojo uno que lo siento esencial, ¡escribimos para la libertad!”. ¿Qué más se puede pedir?

Ricardo Tejerina


domingo, 28 de abril de 2013

PRÓLOGO PARA PUENTE DE ALMAS (Editorial Dunken)



“En ocasiones soy noche de verano,
sólo para dormir junto a ti”.

Con este par de humildes versos, también me sumo a esta obra. RT


“Si emociona, ya es bastante…”, la cultura popular le adjudica esa definición a Jorge Luis Borges, y se la vincula con la idea que tenía el extraordinario escritor y poeta argentino respecto de la poesía.
Es tan valiosa en boca de quien fuera director de la Biblioteca Nacional porque si de alguien no se puede presumir falta de rigor y precisión poética y literaria es, justamente, del autor de “Amorosa anticipación”. Pero, es él quien nos dice que la poesía es, ante todo, una emoción a flor de piel, o una brisa que nos despeina, o un ventarrón que nos arrasa, aun adoleciendo de la métrica ajustada o tal vez carente de la formal estructura del soneto.
Siempre pensé que un solo verso inspirado justifica todo el trajinar de una vida consagrada a la poesía. No encuentro una reunión más bella de palabras que aquéllas que inmortalizaron al poeta de la Isla Negra. Quién no se emociona cuando resuenan en el éter: “Puedo escribir los versos más tristes esta noche”; si hasta parece que el mismísimo Don Pablo acude a nuestro encuentro para mantenernos en frenesí al sugerirnos: “Escribir, por ejemplo: ‘La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos’ ”.
Queridos lectores, sencillamente, he allí la mágica poesía, y como de poemas trata este libro buen pie nos dan estos maestros de maestros a todos aquellos que aún creemos en la posibilidad de esperanzarnos con un verso y una rima.
Cada una de estas páginas contienen una emoción, surgidas todas de la sensibilidad de los nóveles autores que han agigantado su corazón y su pluma, desnudando así su alma y sus sentidos en un verso peregrino. Oscar Wilde decía que cuando el pintor pinta a su modelo, lo que se revela sobre el lienzo es la naturaleza del artista. De tal modo, cada uno de los poemas de este libro lo que hacen es, entonces, revelarnos a un conjunto de poetas en ciernes que la Providencia, Editorial Dunken y humildemente quien suscribe, hemos reunido para regocijo del lector y satisfacción de la poesía.
El afán por conmover es ínsito al hombre. Como podremos ver, los variopintos autores que estamos presentando han delineado racimos de versos y de estrofas inspirados, quizás, en el virtuosismo y la osadía de Baudelaire, de Rimbaud, de Apollinaire o de Tristán Tzara; o por qué no tributando a Quevedo, a Petrarca, a el Dante o aun a Virgilio; o tal vez iluminados por Federico García Lorca, José Martí, Amado Nervo, Girondo, o Almafuerte. Pudieron también haberse subido a la torre de la bella de Amherst, Emily Dickinson, o transfundido de Silvina Ocampo y Alfonsina; o puede que hayan volado con la poesía musical del Flaco Spinetta, o con la autenticidad de Don Ata, o llorado la patria fronteriza con el imprescindible Fortunato Ramos; o, quizás, haber sufrido, y tanto, con la Tierra Baldía de Eliot, ¿por qué no?
Claro que, desde luego, bien pudieron puyar el burro de la más virginal inspiración y asestarle una sacudida al corazón adolorido y derramar sobre el papel las lágrimas del alma teñidas con la tinta de la decepción producto del desamor; o mejor si se enamoraron del crepúsculo, o del ruiseñor y la rosa, o del aroma de la campiña, o de la inquietante belleza citadina de algún café como el de Arlés.
Nuestros autores le escribieron también a la nostalgia, a la bohemia, a la soledad, al valor, a las pasiones y a la fiesta. Sus poemas pueden ser odas, o súplicas, o rezos, o tomar la forma de amalgamas de sentidos entrelazados que patean el tablero y se abrazan fuertemente a la esperanza y al amor, y también, inevitablemente, a su álter ego que es el dolor.
Se trata de sensibles continuadores de los más dignos poetas que, como testigos de su tiempo, ofrecen su latido a través de crónicas de vida en clave de poema. Son los que le pelean al tiempo la existencia, dándole lugar seguro a la ilusión. Son los que queremos tener a nuestro lado siempre, y tanto más si una noche destemplada cometemos el desliz de “salir de gira” con nuestras coplas en los labios como único y definitivo equipaje.
Son los autores de Puente de almas, destellos de emociones a corazón abierto que nos convocan a cruzar el río bravo de las pasiones humanas, guiándonos con destreza cual oportunos lazarillos por la senda del poeta. Pues, la poesía qué es, sino: armoniosos sentidos figurados que parten desde el alma para buscar sin resuellos el deseoso corazón del confidente.
Ahora, si me lo permiten, y ya que hablamos de poesía, valiéndome de los versos del entrañable Mario Benedetti les confesaré infidentemente cuál es el propósito de este libro de poemas:  
“Mi estrategia es
que un día cualquiera
no sé cómo ni sé
con qué pretexto
por fin me necesites”.

¡Pues basta ya! Vayamos juntos a la poesía, que la sensibilidad deviene urgente.


Ricardo Tejerina

domingo, 7 de abril de 2013

CHÁVEZ: MITOS, RITOS Y EL CULTO A LA PERSONALIDAD



El tratamiento dado a la enfermedad y los funerales del ex presidente venezolano, sirven para que el autor trace un conjunto de relaciones con dos fenómenos culturales arraigados en la vida de las sociedades, como lo son los rituales y los mitos. La construcción simbólica y el culto a la personalidad como forma de gobierno. 

El pasado 5 de marzo falleció en la ciudad de Caracas, Venezuela, el presidente de ese país, Hugo Chávez Frías a la edad de 58 años. Quién más quién menos pudo seguir por televisión o por Internet las alternativas de su tratamiento contra una penosa enfermedad y los funerales del líder que gobernó su país desde 1999. 
No obstante, no será éste un artículo sobre Chávez, ni sobre Venezuela, ni sobre las relaciones de la Argentina con el país caribeño, ni tampoco trazará paralelismos ni abordará problemáticas comunes que ambos países pueden tener. Solamente, la mención inicial de un hecho incontrovertible y cercano, me sirve de pie y referencia para explayarme sobre algunas cuestiones relativas a los mitos y a los ritos, dado que la convalecencia y el posterior fallecimiento del presidente venezolano estuvieron plagados de simbolismos que bien valen la pena analizar desde él, pero también más allá de él, incluso.
El mito (hay muchas maneras de explicarlo o definirlo, pero trataré de elaborar una que sea representativa y sencilla) es una construcción simbólica que se traslada a través del tiempo y el espacio y remite a aquello que ya no está, pero “es”. Las personalidades desaparecidas de fuerte impacto popular, suelen pasar al territorio del mito; es decir: “no están, pero son”; por ejemplo Gardel –que cada día canta mejor– Perón y Evita, Gilda, Elvis, o el mismísimo gauchito Gil, emblema de los “santos populares”. 
Por su parte, el rito es la representación del mito. Fíjense, por caso, en los rituales de cualquier religión. Los cristianos celebran la misa, que no es otra cosa que el rito por el cual se conmemora la última cena de Jesús, se lo santifica, y también se lo apropia. Por lo tanto, se suele decir que el rito es el mito en acción. Y está bien.
Vayamos directo al grano. Todo el proceso de la enfermedad de Chávez fue tratado cuidando hasta el detalle las cuestiones simbólicas, aun cuando éstas se enfrentasen a las obligaciones de la ética pública, al derecho a la información y a los procedimientos que corresponden a las formas en que los gobiernos republicanos deben difundir las cuestiones atinentes a situaciones de Estado.
Dadas las características patriarcales del líder venezolano, cualquier “imagen”, o bien cualquier riguroso y certero parte médico diario, hubieran debilitado la imagen pétrea y firme del caudillo autóctono. Es ésa una postura que privilegia el círculo de poder en desmedro de la propia condición humana. Los personalismos a ultranza suelen no encontrar la forma de resolver la inexorabilidad de la finitud, por ello toda su simbólica se apoya en un ruego ilusorio que se traduce en una apelación de raíz mística: “¡Vive!”.
Posteriormente, el rito funerario. Este rito es un rito de “paso o pasaje”. A través de estos actos rituales lo que se produce es un “cambio de estado”. Los antiguos griegos en sus variadas formas, por citar un ejemplo remoto, rendían un gran culto a los muertos, también los egipcios lo hacían por su parte. Creyentes ambas culturas en la trascendencia, o bien dejaban las monedas en los ojos “para el barquero”, o bien se ocupaban de ataviar al muerto, acicalarlo, y proveerle alimentos y posesiones. 
La multitud que acompañó el cortejo fúnebre de Hugo Chávez participó no sólo de una despedida final a su líder, sino también de un rito funerario a gran escala. Ese traslado del féretro acompañado por miles de seguidores fue, de algún modo, la afirmación del pasaje del extinto líder de un estado carnal y vulnerable, a otro ideal y mítico, también superior.
Asimismo, la seguridad que implicaba esa cabal demostración popular, también convenció al gobierno y a los deudos de Chávez a permitir el rito funerario con ataúd abierto. No es ése un hecho menor. Fíjense, que la cultura occidental y cristiana está fuertemente influenciada por la corporalidad. El hecho de mostrar el cuerpo, supone que quienes lo sucedan ya no deberán lidiar con una idea “fantasmal y corrosiva” del líder desaparecido, sino, por el contrario podrán convivir y retroalimentar la idea del “mito viviente. Ya no se trata pues de Chávez, el hombre, de aquél que quería ser beisbolista y devino en líder político de matriz revolucionaria, sino de su conversión desencarnada y el fetiche de sí mismo; hecho que el contendiente opositor, gobernador del Estado de Miranda, Henrique Capriles resaltó, y generó una durísima réplica del “presidente encargado” y heredero chavista, Nicolás Maduro.
Por último, sólo agregar que no tengo ninguna simpatía por los ritos fúnebres perpetuadores del sufrimiento y por las puestas en escena del dolor propio y ajeno, a veces llegando a límites que se instalan en el definitivo lugar del morbo. Francamente, me parece que los hombres aún no hemos encontrado una manera más propicia de tratar a nuestros muertos y acorde con la época. Pero, a decir verdad, puede que no sea ello tan extraordinario, porque tampoco las sociedades modernas han hallado una mejor manera de tratar a sus ancianos, y eso no tiene que ver con mitos ni ritos, sino con la más estricta y objetiva realidad que atravesamos.
Hasta la próxima mirada.
El Ojo Críptico