miércoles, 29 de diciembre de 2010

¿QUÉ HAY DETRÁS DEL ESPEJO?

Lewis Carroll
En esta entrega, hablaremos de Charles Lutwidge Dodgson, mucho más conocido como Lewis Carroll (1832-1898), autor de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas. Les confieso que éstas, serán líneas difíciles y controversiales, toda vez que el mentado autor ha producido un quiebre tan grande en la literatura, de proporciones similares al cono de sombras que existe sobre su vida, con imputaciones que lo califican de misógino, o que lo cuestionan severamente por su afición por retratar niñas, dado que, también, era un fotógrafo consumado.
Desde luego que podría haber omitido en la selección de autores que he hecho (como paradigmáticos de los siglos XIX y XX) a Carroll y, tal vez, resultara inadvertido para el lector, puesto que el reemplazo con figuras como Gabriel García Márquez, Mark Twain o Charles Baudelaire, cubriría honrosamente el espacio liberado. Pero, hubiera sido un fraude intelectual, puesto que Carroll me genera tanta admiración como escritor, como reservas sus otros aspectos y facetas.
Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas y por extensión su secuela Alicia a través del espejo (muchas veces versionadas de manera conjunta en reproducciones para el cine u otros formatos a los cuales se adaptaron ambas obras), son hitos de la literatura, principalmente por el rompimiento espacio-temporal que suponen los relatos. Vale aclarar que la narración acerca de un “mundo relativo”, definido como “el país de las maravillas”, es toda una novedad para la literatura contemporánea a Carroll, que giraba más o menos en torno a la tradicional novela burguesa (vida y obra del personaje protagonista, desde su nacimiento hasta la muerte, con aventuras y conflictos palaciegos y de alcoba) o la novela gótica como Drácula de Bram Stoker o Frankenstein o el Prometeo moderno de Mary Shelley. Es evidente que Carroll también se valió para las insólitas peripecias de Alicia de su condición de lógico y matemático, hecho que le posibilitó avanzar sobre los planos dimensionales y los desafíos lúdicos con una maestría que excedía lo literario. “Alicia...” es, además, todo simbolismo, puesto que nada es lo que en apariencia es (¿una paradoja tal vez?), sino que remite a la connotación permanente. Es decir, siempre hay un sugerido, un meta-mensaje, una representación de lo que no está, a través de lo que es.
Asimismo, con su verdadero nombre, Charles Dodgson, el autor también produjo trabajos científicos relacionados con la lógica y la matemática y fue bibliotecario y profesor en Oxford. Como puede deducirse con facilidad, la diversidad y la distorsión identitaria han sido una constante en la vida de Carroll, tanto en la ficción como en la realidad.
En suma, lo que encuentro en este formidable escritor británico es una idea dual omnipresente, como si en verdad fuera uno u otro, según el lado del espejo que se lo observe, o incluso, a través de él. Popularmente se lo piensa como un autor de cuentos para niños (Carroll), pero se trata de un científico polifacético de reconocido mérito (Dodgson), que alternó el rol de tímido bibliotecario con el de fotógrafo sin inhibiciones y el de circunspecto sacerdote anglicano con el de fóbico y obsesivo retratista infantil. El mismo que le regalase el manuscrito de su obra cumbre a Alicia Liddell (hija del rector de Oxford) pero que negase que el personaje protagonista –“Alicia”, por supuesto– estuviera basado en ella, a quien, además solía narrarle todas sus historias. Y, también, el que bajo las formas de un cuento infantil produjo uno de los relatos clásicos más emblemáticos de la literatura universal.
En este punto en el que nos hallamos, sólo puedo preguntar: Usted, estimado lector, ¿qué piensa al respecto?

Ricardo Tejerina / 2010