sábado, 27 de noviembre de 2010

CABARET VOLTAIRE

El Cabaret Voltaire (1)
Siento mis huesos frágiles, consumidos por dentro. Me asusta saber que están quebradizos y exánimes, apenas con la resistencia porosa del poliestireno expandido. Estoy muy débil. Me encuentro aturdido, a veces repito monosílabos espasmódicamente. De vez en cuando alguna articulación fonética se parece a una palabra. No llego a contener la saliva dentro de mi boca. Hilos viscosos se deslizan por las comisuras de mis labios. No tengo fuerza, estoy postrado.
Alguien, no sé quién, me habla. Creo que intenta recitarme un poema o, mejor aun, cantarme una canción dadá. No creo que sepa que puedo escucharla, igual lo hace. Me hace bien que lo siga intentando en la más absoluta ignorancia, tal vez aferrada a una esperanza última y vana. Me hace sentir querido. No tengo idea de quién pueda ser. Me refiero a mí.
No obstante, me parece recordar que estaba en una representación, vestido para la ocasión y presto a hacer mi número. Puede que alguien se haya violentado y que arrojara una botella que, artera, fue a dar de lleno y violentamente en mi parietal izquierdo. Si tan sólo la hubiera visto venir, la hubiera esquivado. Me lo merezco por ser tan lento de reflejos. Yo también solía tener buena puntería. Ya no me duele la cabeza, pero adivino que las consecuencias se han tornado irreversibles. Sin embargo, por momentos, acuso alguna leve mejoría. Como ahora. Puedo observarme en la fría cama de terapia intensiva moviendo un brazo o un pie, sin que parezca una involuntaria contracción. Me veo demacrado y ojeroso. También estoy muy delgado. Debe ser porque hace meses que no ingiero nada por boca. Suelen alimentarme por sonda nasogástrica.
Creo que voy a morir. Puede que éste, sea un buen momento para hacerlo. Me voy, dejo mi cuerpo atrás. En verdad, ya me resultaba muy pesado a pesar de su extrema delgadez. He sufrido mucho, ya fue suficiente. Voy hacia una luz que me convoca. Aunque no confío en ella, no me resisto, tampoco me apuro. Sin voluntad me dejo ir, voy.
No sé cómo será lo que viene, tan sólo espero que se parezca al Cabaret Voltaire.
Ricardo Tejerina / 2010

[1] El Cabaret Voltaire está emplazado en la ciudad suiza de Zúrich. Fue fundado en 1916 por el poeta alemán Hugo Ball y en él tuvieron lugar las singulares y caóticas veladas dadaístas con la participación de su mentor, el escritor rumano Tristán Tzara, y los demás artistas dadá. Atento su mal estado de conservación, fue tomado en 2002 por un grupo neodadaísta. Actualmente, fue reconvertido en museo.