jueves, 20 de octubre de 2011

VARIANTE DEL POEMA N° 20


Pablo Neruda
por Marcos Pérez

A Pablo Neruda

Dígame usted, Don Pablo…

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.  Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos." 

Versos de amor enamorado,
continúe por favor…

El viento de la noche gira en el cielo y canta. 
Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. 

Penas del corazón, a
cuánto nos someten.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La besé tantas veces bajo el cielo infinito. 
Sin dudarlo ni un instante,
puedo asegurar que usted la ha amado.

Ella me quiso, a veces yo también la quería. Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. 
Siento su dolor,
aquí, en mi pecho…

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. 
Vago en solitario por la penumbra de las emociones,
y al abismo, junto a usted, me precipito.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. 
Rodeados de gentes, los rostros son anónimos,
tal vez por ello nuestras almas están solas…

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. La noche está estrellada y ella no está conmigo. 
Mil lágrimas de sangre,
recorren el sinuoso camino del llanto.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos mi alma no se contenta con haberla perdido.
Pero, ¿dónde está ella ahora?
Como para acercarla mi mirada la busca.  Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. 
Nos hemos vuelto sombras,
que vagan irredentas.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.  Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos. 
Los recuerdos del amor,
son crónicas de ausencia.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.  Mi voz buscaba el viento para tocar su oído. 
Me remuerden los celos,
me atormenta su presente.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.  Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. 
Por doquier a ella la veo.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.  Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido. 
He quedado prisionero,
a furtivo corazón encadenado.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,  mi alma no se contenta con haberla perdido. 
Perdóneme, Don Pablo…
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, y estos sean los últimos versos que yo le escribo. 
Por tomar la posta de este gran amor impío.

Ricardo Tejerina / 2011
Interlineado sobre el Poema N° 20 de Pablo Neruda