lunes, 10 de septiembre de 2012

PRÓLOGO PARA LA SELECCIÓN DE LAS PROVINCIAS (Editorial Dunken)


“Si en este instante bajar yo pudiera,
si soltara amarras y allende me fuera,
hasta la Pachamama quizás llegaría,
hasta las entrañas de la tierra nuestra.”
Fragmento de “Pasión Argentina”, 
que escribí en 2011,
 con el que humildemente me sumo 
a esta obra pletórica de sentidos.




Quiero comenzar estas líneas introductorias de la Selección de las Provincias destacando los tres pilares en los que, considero, se apoya esta obra:
El primero es de naturaleza emprendedora, puesto que surge a partir de la vocación de Editorial Dunken consistente en producir un proyecto literario de raíz federal, que posibilita la publicación de autores de todo el territorio nacional, los que unidos a través de la creatividad poética o narrativa, dan cabal testimonio de la potencia expresiva que distingue a nuestro pueblo.
El segundo, de matriz cultural, me remite a la idea de convivencia e interculturalidad dentro de ese mismo pueblo, puesto que este libro reúne aleatoriamente a dos géneros distintos como lo son el cuento y la poesía, (y a sus hijos dilectos: el microrrelato y la prosa poética), pero también contiene vivencias, circunstancias, costumbres, estilos, realidades y contextos diferentes, producto de la procedencia particular de cada autor. Esa característica heterogénea de orígenes (aun dentro de la misma Patria), deriva en una propuesta rica en matices y contrastes, pero de igual modo capaz de brindar una amplia idea de unidad colectiva, integradora y trascendente.
Finalmente, el tercer pilar es puramente artístico, pues esta obra es, por cierto, un emergente fidedigno de nuestro propio arte, construida desde las entrañas mismas de la Argentina íntima. Se trata pues de pinceladas literarias que desnudan la sensibilidad y agudeza de nuestros autores, todos comprometidos con la afanosa y noble tarea de la construcción de sentido, ya sea desde la más pura ficción desarrollada en un relato, o desde la realidad más cruel y dolorosa reconvertida en verso de poesía.  
¡Enhorabuena, que tengamos esta chance! Ciertamente, estamos alumbrando un hijo literario, concebido con la ilusión y el trabajo fecundo de los autores y la coordinación editorial. Como compilador, me siento honrado y afortunado de ser parte de esta creación colectiva que se ha nutrido con la fuerza creadora de todas las regiones argentinas; y como lector de la misma: me confieso por demás gratificado dada la riqueza y singularidad de cada una de las obras publicadas en este volumen, las que he seleccionado entre otras muchas, con la mayor rigurosidad profesional, unida –claro está– a la emoción y subjetividad que cada ejercicio de preferencia implica.
Es por demás auspicioso el contenido de este libro, el que fluye entre párrafos y versos, de conjunto combinados en súbita armonía. Se destacan los relatos escogidos por ser dignos tributos al género cuento, dando preciso testimonio de la vigencia y del virtuoso palmarés que acredita la narración breve a lo largo de la historia. Y también descuellan nuestros sensibles poetas que pergeñaron sus rimas inspirados en el afán de convocar a la más pura emoción.
Quien nos acompañe en la aventura de la lectura hallará en esta obra huellas, vestigios y deícticos de aquellas plumas americanas que llamamos “grandes” y que a todos nos subyugan; como si de modos diversos las musas de Don Atahualpa Yupanqui, o de Almafuerte, Neruda, Benedetti, José Hernández, Borges y Cortázar se llegaran hasta aquí para augurarnos el acierto del camino escogido y transitado. Hablo de esas mismas musas que el maestro Picasso no sabía si existían, pero siempre quería que lo encontrasen trabajando.
Los libros son como las personas, hay que conocerlos por dentro para apreciarlos y quererlos; no trepide entonces, amigo lector, en sumergirse en la pluralidad de sentidos que estas páginas le ofrecen. Y sepa también que no he venido a prometer sino a cumplir. Tan seguro de ello estoy que la primera vuelta de lectura va a mi cargo; puede usted empezar ya mismo, y también, por donde guste.

Ricardo Tejerina