Las
novelas pueden llevarnos por los caminos extremos de la sensibilidad humana y
enfrentarnos a nuestras pasiones, deseos y decepciones. La idea del “pacto
diabólico” ha sido abordada muchas veces y por variados autores, aunque en
pocas ocasiones llegó a ser tan sublime como en la obra de Thomas Mann, Doktor Faustus. Aquí, la relación entre
el mito fáustico y la sutil pluma del escritor alemán, Premio Nobel de
Literatura en 1929.
El mito faústico proviene de la antigua tradición
alemana. Consiste –en sentido abstracto– en un pacto de intercambio espiritual
e inmaterial, con derivaciones trágicas, producto de la complejidad de los
efectos sometidos a la transacción y de los sujetos productores de la misma. Lo
transaccionado es generalmente alegórico, bien puede tratarse de la obtención
de habilidades, reconocimiento, admiración o posición, instancias todas que
remiten al fugaz éxito personal (o profesional), el que para ser obtenido
exigirá a cambio un crucial renunciamiento espiritual, que se traduce en la
figura poética de la “venta de la propia alma”.
Intervienen y
realizan el pacto un ser humano (poseedor de alma), por lo general ambicioso y
dispuesto voluntariamente al intercambio, y una entidad demoníaca (ávida de la
espiritualidad humana), poderosa y celosa del fiel cumplimiento del compromiso
asumido por el primero.
De alguna manera
subyace la idea de que siempre será menor la paga dada (el éxito) que el valor intrínseco
de lo entregado a cambio (el alma), atento a las características perecederas de
los atributos mundanos y la eternidad inconmovible y trascendente de las
cuestiones divinas.
El mito faústico es, en sí, una idea tan cruel como
real acerca de las consecuencias de la usura y el timo moral, y su relación con
las pasiones sensibles y la inmediatez apurada por la finitud, todo ello en el
marco de una atmósfera literaria oscura y densa y una poética pródiga y
fantástica.
Recreado en muchas
oportunidades, es ineludible la relación con el Fauft de Goethe para comprender el alcance del Doktor Faustus de Thomas Mann, tanto como deviene necesaria la
versión de dominante impronta política del mismo mito, Mephisto, autoría de Klaus Mann, primogénito del Premio Nobel de
1929.
Doktor Faustus y sus circunstancias
En la prolífica
literatura de Mann, Doktor Faustus se
sitúa como una obra crepuscular pero de máxima lucidez creativa y testimonial.
Escrita en condición de autor consagrado y personalidad de culto, la obra es
casi un testamento ideológico -
literario que no escatima virtuosismo narrativo ni compromiso político,
al punto tal que aun siguiendo un celoso rastro se torna en extremo dificultoso
determinar si prevalece el artista de refinada pluma por sobre el hombre agudo
y comprometido, o viceversa.
Realizada entre 1943
y 1947 en el exilio estadounidense de Mann, la extensa obra recibió la
colaboración y aportaciones de artistas e intelectuales de inmensa
trascendencia como ser Igor Stravinsky, Arnold Schönberg o Theodor Adorno. En
grado muy especial y calificado de este último, puesto que se le atribuyen al
pensador de Frankfurt parágrafos completos de reflexiones estéticas y
descripciones musicales relativas a la obra del protagonista Adrian Leverkühn.
Mann pensó la novela
como una: “(…) sumaria biografía de un hombre querido, de un músico genial que
el destino levantó y hundió con implacable crueldad”, pero en paralelo es una aguda crítica al régimen del
Tercer Reich.
De algún modo el
autor interpreta y relaciona el ascenso y la caída del conflictuado
protagonista con el de la misma Alemania, hundida en un proceso de mesiánica
destrucción. Por tal razón es que puede interpretarse a la figura demoníaca
(real o imaginaria) con la que pacta Leverkühn, con el mal y la
calamidad que asoló al pueblo alemán y que representó el nacional-socialismo
para la Europa
de la época y el mundo contemporáneo.
La obra, poseedora de
una fuerza tan intensa que conmueve, es la descarnada y dolorosa narración de
una terrible inflexión que involucra por un lado al amor y la admiración, luego
trocadas en abismal decepción por la retracción individual (de Leverkühn) y colectiva (de
Alemania) a un primitivismo espiritual y ético.
En variadas
oportunidades el Doktor Faustus se
convierte en un texto preciso, meticuloso hasta el límite, abundante en el tono
pedagógico y disciplinar, sustraído ex profeso de la narrativa de ficción.
Mientras que en otros momentos, desciende abismalmente hasta las fibras más
íntimas del ser y desafía la tolerancia espiritual del lector. En cierto
sentido, obliga al que osase sumergirse en las profusas páginas de la demoníaca
novela a vivenciar el padecimiento de Leverkühn, y a sufrirlo
literaria pero inevitablemente.
En suma, Doktor
Faustus, es una puntillosa alegoría ética, estética y política que se
interna en los fatídicos caminos trazados por la tentación, el arte, el poder,
el amor y la perdición.
Hasta la próxima mirada.
El Ojo
Críptico