El documental producido por Aquafilms
y estrenado en 2010, se ocupa de la reconstrucción de los hechos de la llamada
"Masacre de Pompeya" o “El Caso Carrera”, en el que murieron 3
personas –dos mujeres y un
niño de 6 años– en enero de 2005. Las
víctimas fueron atropelladas por el automóvil Peugeot 205 blanco que conducía un
joven de 27 años (sin antecedentes penales ni armas), Fernando Ariel Carrera, que
era perseguido por la Avenida Sáenz de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, por
efectivos policiales de la Comisaría 34 a bordo de móviles particulares de
dudosa procedencia.
Por dicha acción Carrera fue
condenado a 30 años de prisión; pero el cineasta, junto a organizaciones de
derechos humanos y la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, evidenciaron su
preocupación y sospechas por el eventual "armado de una causa", en la
cual el victimario condenado (Carrera), en verdad era otra de las víctimas,
puesto que se le habrían "plantado pruebas" para encubrir el accionar
policial responsable de la tragedia.
La proyección del film de Piñeyro
(también director de “Whisky
Romeo Zulú”, 2004, y “Fuerza Aérea S.A.”, 2006), se inscribe en el Ciclo de Cine Debate 2012 del CCBPBA, que en cada ocasión convoca a una mayor cantidad de público que
participa activa y reflexivamente respecto de los temas escogidos.
En esta oportunidad, dada la
presencia del realizador –que se prestó a las
preguntas y opiniones de los asistentes– se pudo
profundizar en la mirada con hincapié en la justicia y los derechos humanos propuesta
por el cineasta, ganador del Premio Konex de Platino como documentalista de la
década 2001-2010.
Piñeyro reconoció
que la realización de la película influyó en la revisión que actualmente se
lleva a cabo del “Caso Carrera”, y destacó la labor realizada por la doctora Rocío
Rodríguez López y el doctor Federico Ravina, abogados defensores del hombre que
sufrió la conspiración de efectivos policiales e integrantes de la
magistratura, con el objeto de desviar la atención sobre el accionar policial
ilegal, atravesado por el gatillo fácil, la impunidad y la corrupción
institucional.
Asimismo, el director
también compartió sus sensaciones más íntimas cuando contó los pormenores de la
entrevista realizada a Carrera en la cárcel, o cuando se refirió a las víctimas
fatales de aquel trágico mediodía del 25 de enero de 2005.
La indefensión
ciudadana y la necesidad de comprometerse con las causas justas, fueron los
comunes denominadores de un debate en torno de la inseguridad, los derechos
civiles, y las garantías constitucionales sometidas al acecho constante por parte
de un sistema que, día tras día, aumenta su deuda de justicia.
Mientras tanto, casi
como una suerte de sentencia ética inapelable, el recordado Tato Bores decía
desde la pantalla: “Desgraciada la generación cuyos jueces merecen ser
juzgados”. Todo dicho.
RT