En
esta entrega el autor aborda, a través de algunos ejemplos determinados, el
tratamiento dado por el cine y la literatura a la idea de la vida artificial.
El interrogante consistente en el cuestionamiento acerca de si las máquinas
pueden llegar a razonar, aprender, simular, especular, crear o sentir como lo
hacen los seres humanos, como desvelos del arte moderno y contemporáneo.
Sostiene
Graciela Sarti en su tesis de doctorado: “Androides, robots, cyborgs,
autómatas; son parte del paisaje de la cultura contemporánea, ya en sus
realizaciones concretas, ya como figuras de ficción. (…) Los relatos modernos
de autómatas, o de creación de vida artificial, se han construido con
referencia a figuras y narraciones ya presentes en el imaginario del mundo
clásico, pero que se resemantizan especialmente a partir de la modernidad
tardía. (…) Siguiendo una estructura característica de los relatos míticos,
estas narraciones se despliegan en juegos de opuestos: juegos que tanto
tematizan el futuro de la especie humana –la posibilidad de su superación y
hasta su eliminación por obra de una especie nueva– cuanto abordan el problema
ético de los derechos de esa nueva especie surgida del propio empeño humano”.
De
tal modo, inferimos sin lugar a la vacilación que la problemática de la vida
artificial es tópico ineludible de nuestra cultura presente, al tiempo que su
tratamiento abreva en la fuente del mito y la cultura clásica.
La
literatura de ficción o ensayística fue pionera en esta temática, que más tarde
continuaría en el cine. Si bien pueden hallarse obras precursoras al calor de
la ilustración del siglo XVIII (El hombre
máquina, de Julián Offray de La Mettrie, publicada en 1748) hallaremos
algunas de las más representativas en los albores y el devenir del XIX, y por
supuesto en el decurso del XX, incluso en nuestro país.
A
modo de ejemplo, listo a continuación una serie arbitraria, ordenada
cronológicamente, de las obras literarias y audiovisuales que entiendo más
representativas, amparado en la subjetividad y sin un propósito expreso de
exhaustividad, dada la material imposibilidad que dicha tarea supone, a saber:
- Los autómatas, E. T. A. Hoffman, 1814, cuento pionero en el género que aborda la indiferenciación mimética entre el ser humano y el autómata.
- Frankenstein o el Prometeo moderno, Mary Shelley, 1819, novela arquetípica que hace un señalamiento sobre los
riesgos de la manipulación de la vida por parte del hombre.
- Fausto. Segunda parte, Johann W. Goethe, 1832,
relato basado en el “homúnculo”, producto de la alquimia.
- El ajedrecista de Maelzel, Edgar Allan Poe, 1836,
cuento que relaciona el exhibicionismo con la sorpresa y el engaño que
puede producir la figura del autómata.
- Horacio Kalibang o los autómatas, Eduardo Holmberg, 1876, primer cuento de autómatas en la literatura argentina,
desarrollado a partir de las influencias literarias de Poe y las
competencias científicas del autor.
- Yo, robot,
Isaac Asimov, 1950, contario
paradigmático del género que aborda la temática robótica, la interacción e
indiferenciación de éstas con los humanos, y el control ejercido por la
inteligencia artificial, a partir de la vulneración de “las tres reglas de
la robótica”.
- 2001: Una odisea del espacio, Stanley Kubrick, 1968,
film icónico que propone sin cortapisas la posibilidad de que una máquina
pueda sentir, proceder y defenderse como un humano, a través de una
conciencia artificial, que puede llevarla incluso a matar para defenderse.
- Terminator,
James Cameron, 1984, film de
culto (luego saga) que corporizó la figura del autómata y proyectó una
guerra futura entre máquinas y hombres.
- Matrix,
Andy y Larry Wachowski, 1999,
primera película de la trilogía que plantea la artificialidad del mundo
real dominado por una inteligencia artificial con reminiscencias míticas.
- El hombre bicentenario, Chris Columbus, 1999,
film que adapta libremente el cuento homónimo de Isaac Asimov, y también
lo relaciona con otros del mismo autor. Versa sobre la evolución artificial
de un autómata cuyo propósito es ser aceptado como hombre, y lo consigue,
justamente, al morir.
- I. A. Inteligencia artificial, Steven Spielberg, 2001,
alegoría posmoderna del clásico Pinocchio,
que gira en torno de la búsqueda de la identidad y el reconocimiento de la
condición humana e inteligente del autómata.
- La invención de Hugo, Martin Scorsese, 2011,
largometraje de belleza singular que se concentra en la construcción de un
autómata por parte de George Meliés, y su relación con el cine pionero.
Como
puede advertirse, el tema ha cautivado a notables autores. Siempre pensé que
los lenguajes del arte sitúan al artista en la proximidad de lo divino, en las
cercanías de la omnipotencia del Creador. Me resulta convincente, pues, que
ofrendarle un aliento de vida a una especie no natural seduzca al hombre. El
cine y la literatura son campos en extremo fértiles para ello.
Me
sumaré (con confesa y auténtica humildad) a este desvelo poético por la vida
artificial, y lo haré ofreciéndoles en el espacio de El Ojo Críptico el microrrelato “Mi Horacio, o la contemplación”,
en el que abordo el tema sirviéndome de los aportes de Eduardo Ladislao Holmberg
(“Horacio Kalibang…”) y de Leopoldo Lugones (en este último caso de su cuento
“Yzur” –que dicho sea de paso, es considerado uno de los más relevantes relatos
de nuestra literatura–, el que si bien no versa sobre la vida artificial, sí lo
hace sobre el propósito humano de hallar algún vestigio de humanidad en las
bestias). Que lo disfruten, sin privarse de alguna súbita cavilación o
reflexión.
Hasta la próxima mirada.
El Ojo
Críptico