El portal Vitamina Cdigital que dirige el autor
desarrolló un certamen de microrrelatos entre el 18 y 19 de mayo. Aquí la
crónica para El Ojo Críptico de esta
justa de autores nóveles –y no tanto–, con precisas aptitudes para el exigente formato del relato
breve.
El escritor es un artista, por supuesto, su forma expresiva es uno de
los diferentes lenguajes del arte. Pero, a mí me gusta más el otro costado, el
lado laborioso y esforzado del autor, es decir el margen del oficio.
Recuerdo que Adolfo Bioy Casares (1914-1999) sostenía que el propósito
fundamental del "oficio" de escritor es contar cuentos (cito de
memoria, por ello la paráfrasis). Por tal motivo, como una suerte de tributo al
escritor de La invención de Morel, convocamos a través del
portal de Facebook de Vitamina Cdigital a un concurso
exprés de microrrelatos.
Fuimos por la recuperación de la esencia, pues. A buscar al artesano de
letras, creador innato desde luego, pero también escribiente y escribidor,
amanuense de sus propias musas y competencias. Y digo esto porque el modesto
certamen que realizamos implicaba el desafío de contar una historia brevísima
(apenas cuatro renglones), pero a la vez corregirla, editarla y publicarla
digitalmente, completando de tal modo el ciclo de lo escrito: creación,
corrección, satisfacción.
A mi cargo tuve la selección del microrrelato ganador. Me cuesta hablar
en términos de orden o jerarquía, si bien suelo habitualmente seleccionar
textos, no lo hago con la idea de que unos ganan y otros pierden. Más bien
realizo la tarea como un ejercicio de fascinación. Me dejo hundir en la profundidad
de un relato y luego exhalo, para emerger con la única certeza de que
"éste" bien puede ser... y allí es que otro llega de inmediato a
cuestionarlo. Enhorabuena. La paridad es siempre un escollo pero también una
gracia, la "competencia entre competentes" resulta enriquecedora para
todos.
El tema propuesto fue "Ángeles y Demonios", a sabiendas de la
pluralidad de sentidos que podían dispararse. Desde la apropiación literal por
parte de los autores, hasta la deconstrucción del tema y la reconstrucción de
esos sentidos a través de extensiones figuradas como la maldad, el odio, el
resentimiento y la ira, o sus opuestos bondad, amor, redención y paz.
Todos los participantes lograron hallar la virtud en la austeridad. Sin
poder apelar a la batería de recursos disponibles ni al preciosismo de la
prosa, tuvieron que apuntar su historia como flecha certera. Y lo lograron.
Pudieron "contar un cuento" en cuatro renglones; de principio a fin,
agudizando su ingenio y sometiéndose a la regla pretoriana de la extensión,
cuyo único propósito era que buscaran en sí mismos al artesano de letras capaz
de darle forma precisa y justo equilibrio a la silla de tres patas.
Un dato: entre los autores que aceptaron la convocatoria asomaron
jóvenes con actualidad vigorosa y futuro promisorio como el caso de Leonel
Álvarez Escobar y Nicolás Darchez; también plumas solventes con publicaciones a
cuestas tal el caso de Ana Cristina Pzonka, Liliana Bonavita, Mabel Antonini,
Silvia Bazán, Alicia Yokoi, Claudia Almada, Laura Mastracchio Delponte, Martha
Vaccari y Miri Laurnaga; sumadas a las gratísimas revelaciones de Héctor
Caputo, Mirta Gaziano, Adriana Barone y Josefina Ruíz; y el siempre legitimador
aporte de formadores de escritores y colegas como es el caso de Bibiana
Pacilio, todos diestros y hábiles en el campo. Esto puso la vara alta desde el
vamos.
Siempre digo que los reconocimientos valen en tanto y en cuanto la justa
se libre con buenas artes y en competencia de pares que elevan nuestro nivel.
Imponerse a los buenos es meritorio, tanto como circunstancialmente caer ante
ellos, con quien tenemos paridad y la definición suele resolverse por el canto
de una uña. Y aquí, ése ha sido el caso.
Me he quedado con el microrrelato de Rodrigo Oliveri, que consiguió lo que otros, pero
con un detalle adicional: me ha devuelto al páramo de la existencia, a las
fronteras de la finitud y la eternidad, a la honda cavilación de mis dudas y
certezas. He allí "el canto de uña" que les comentaba. Enhorabuena.
He sido afortunado al leerlos, a todos y cada uno. Gracias por tanto,
perdón por tan poco.
Hasta la próxima mirada.
El Ojo Críptico
MICRORRELATO GANADOR
AUTOR: RODRIGO OLIVERI
Si hubieran visto lo que esta criatura, de seguro, aborrecerían su existencia. Con gusto habría entregado mi ser al vacío, si aquello fuera una alternativa... ¡Ni siquiera el cielo ofrece salvación! Tal como versaba un antiguo olvidado: Así como es arriba, es abajo.
ALGUNOS DE LOS MICRORRELATOS PARTICIPANTES
ALICIA YOKOI
Miguel Ángel, harto de pintar los celestes rutinarios, bajó al infierno para rescatar a Caravaggio de la ira de Lucifer, quien lo había sorprendido echando luces a un condenado. Ya en el cielo, Caravaggio compuso su primer tsunami.
LEONEL ÁLVAREZ ESCOBAR
Llevaba largo rato en uno de los brazos del frondoso árbol. Contemplaba, con pena y arrepentimiento, con obnubiladas pupilas. ¿Valió la entrega? Con la piel rasgada en su espalda, sin alas, se sacudió el resto de polvo y caminó dolorido sobre la tierra, hacia su nuevo horizonte.
JOSEFINA RUÍZ
Con cara de placer terminé mi tarea. ¡Le clavé el picahielo en el pecho! Quedó en el suelo bañado en sangre. Había violado a mi hija 15 años atrás. ¡Hice justicia!