El autor participó entre el 17 y el 23 de agosto pasado en el Seminario-Taller Internacional “Un nuevo liderazgo en el Movimiento de Trabajadores del Cono Sur”, realizado por la Universidad de los Trabajadores de América Latina (UTAL) “Emilio Máspero”, en Praia Grande, San Pablo. En esta entrega compartimos el documento final que presentara en dicha ocasión.
Teorías y prácticas para la construcción de un nuevo paradigma
Como en cualquier disciplina, cuando analizamos el liderazgo y la conducción, en este caso específicamente en el movimiento de trabajadores de América Latina y el Caribe, y más particularmente en la República Argentina a través de este ensayo, debemos definir el concepto inicial del cual partimos. Eso, no sólo facilita el desarrollo de la idea, sino que orienta al receptor en el sentido que pretendemos.
Pues bien, diremos entonces que en base a las fuentes teóricas y la experimentación práctica en la realidad, el liderazgo es en sí, una CUALIDAD. De este modo podemos asumir que también es un VALOR, pues el líder liderará a través del ejemplo (actos) y la palabra (prédica). Por su parte, la conducción y más concretamente el acto de conducir, es una CAPACIDAD, o sea una acción que bien puede optimizarse y aprenderse para su mejor aplicación y desempeño.
Sin embargo, no debemos escindir al liderazgo de la conducción, sino -luego de comprender las diferencias- tomar a ambos como un conjunto virtuoso que actúa de modo complementario y sincrónico, para formar a partir de su imbricación un sentido que los necesita juntos y combinados.
Esto es así porque debemos entender que cuando hablamos de liderazgo y conducción, lo que hacemos es hablar de un VALOR EN ACCIÓN.
Veamos la diferencia entre un líder y un jefe. Ambos están al frente de un colectivo. Sin embargo el jefe se reduce simplemente a dar órdenes, individualiza su función y se limita a IMPARTIR, no aporta valor a su actividad, sólo la realiza, a veces bien, a veces mal, medirá su gestión por el éxito (propio) o el fracaso (ajeno), no más. Por su parte, el líder enseña, escucha, aprende, desaprende, reaprende y colectiviza, su propósito es COMPARTIR. Tiene mejores posibilidades de acierto, y en el caso de caer en el error también tomará al mismo como parte del proceso de aprendizaje. ¿Cuál es, entonces, nuestro modelo?
En el movimiento sindical argentino hay una lógica vertical y reticente a los cambios. Eso se expresa en la continuidad más o menos constante de un modelo sindical que eterniza direcciones y prácticas.
En la mayoría de los casos, las renovaciones no son producto de la superación política, sino del envejecimiento vegetativo de la clase dirigente y dominante, pero esto no anula -sin embargo- la resistencia.
Hoy día, la lucha de clases en términos marxistas, como bien se apunta en el documento "Nuevas tendencias del sindicalismo para el siglo XXI", utilizado en el Seminario - Taller realizado en Praia Grande (2014), continúa librándose, pues el campo social sigue siendo el lugar del conflicto y las tensiones; pero ya no es sólo entre clases, sino también intraclases. Dentro de la propia clase trabajadora se suceden tensiones y debates, conflictos y polémicas, y los sindicatos deben mudar para no ser reemplazados o “alternativizados” por otro tipo de organizaciones más o menos formales que buscan empoderarse y legitimarse.
De momento que nos planteamos "un nuevo liderazgo en el movimiento de trabajadores", lo que asumimos de suyo es que también hay "un viejo liderazgo" que debe ser reemplazado por un nuevo PARADIGMA. Esa situación es la clara evidencia de una lucha intraclase, y ésta es asimismo -y a no dudarlo- tan necesaria como oportuna.
Ese nuevo norte en cuanto a liderazgo y conducción encuentra fundamentos en la alegoría que nos plantea el documento "Remar mar adentro", utilizado en el Seminario - Taller que tuviera lugar en Bogotá (2013). En él, a través del sentido figurado, se ponen de manifiesto todas las exigencias que rodean al líder y al equipo dentro de una organización. Cada cuál debe atender su rol (misión) y servir al conjunto y a los objetivos (visión), de modo tal que todos son INTERDEPENDIENTES. Por lo tanto, la acción individual reporta a un colectivo, y éste se vale de las mejores competencias y habilidades de sus miembros, en pos de ser efectivo, eficaz y eficiente, ajustado a valores y principios.
El nuevo liderazgo implica un salto en la calidad representativa y una firme convicción transformadora. Pero éste no surgirá espontáneamente, sino como producto del proceso de aprendizaje en base a la renovación de los CONTENIDOS y la reafirmación de los VALORES, en la formación de los NUEVOS DIRIGENTES que necesitamos, principalmente mujeres y jóvenes.
Hasta la próxima mirada.
El Ojo Críptico