sábado, 8 de noviembre de 2014

LES PRESENTO A LILITHLA



Llega la nueva novela de Ricardo Tejerina. Como con El Carnaval del Diablo, Editorial Dunken vuelve a confiar en el autor publicándolo dentro de su catálogo institucional. Aquí el avance de una historia que mixtura la aventura y el enigma mítico.

Por estos días se estará presentando mi nueva novela, Lilithla – La tentación tiene nombre de mujer. Por avatares del destino y de las decisiones editoriales, se publica dos años después de El Carnaval del Diablo (Editorial Dunken, 2012), que –por cierto– fue escrita posteriormente.

Me gustaría en esta habitual columna cultural, compartir con todos ustedes algunos pormenores de la obra, puesto que me parece interesante poder contar lo que hay entre bambalinas de una novela, las motivaciones para escribirla, las fuentes consultadas, los propósitos, y otras cuestiones que también hacen al texto, aunque generalmente pasan inadvertidas.

“Lilithla” es lo que podríamos denominar un thriller. Una aventura, que incluye misterios, persecuciones, enigmas, traiciones e incertidumbres de los personajes. Pero, detrás de ese frenetismo aventurero subyace una aproximación a aspectos metafísicos, religiosos y míticos. De hecho, la novela está basada en un mito de larga tradición, el de Lilith, que según esos relatos de condición sagrada o apócrifa según se miren, fue la primera mujer. Es decir, que partimos de la idea que en la Creación hubo una presencia femenina que antecedió a la Eva bíblica. 

Este contexto que envuelve a la novela fue muy bien advertido y descripto en el prólogo por mi estimado colega Julio Carreras (escritor y periodista oriundo de Santiago del Estero). Julio, tuvo la deferencia de prologar esta edición, y su aporte resulta tan valioso, que sinceramente les pido a aquellos que se adentren en el texto que no lo hagan sin leer primero las palabras del prologuista. No encuentro un mejor introito que el que Carreras ha tenido la gentileza de hacer a mi pedido, ya que brinda un conjunto de datos y saberes propios de un estudioso –como en verdad lo es– de cuestiones trascendentales profundas y de antiguos y asombrosos arcanos.

Volviendo a la novela, les comento que comencé a escribirla en 2009. El descubrimiento de los misterios que rodeaban a Lilith me llevó a urdir una trama que rescataba el mito tradicional, pero que a su vez lo transportaba a la actualidad. Imaginé que aquella Lilith invisibilizada por la historia sacra, bien podía tener el derecho de reclamar su lugar, y que su negación pudo implicar una original conspiración que derivaría en una actual conflagración. De allí surgió la frase utilizada en la promoción: “La batalla final entre el Cielo y la Tierra se librará entre nosotros”. 

Pero, ¿por qué una batalla?, y ¿por qué entre el Cielo y la Tierra? Ocurre que Lilith fue –según el relato mítico– la primera mujer de Adán. Fantástica y rebelde, la digna Lilith nunca aceptó la dominación ni la supremacía del hombre. En términos contemporáneos, podríamos asegurar que Lilith fue, entonces, la feminista fundacional. Borrada de la historia sagrada, se la vinculó pues con el demonio, y son innumerables las menciones que la definen como vampiresa o demonio femenino, lasciva, cruel y reina de los territorios oscuros. 

Al rescate de esa Lilith, va pues esta novela. Siempre consideré la lógica consecuencial: ésa que hace que el mundo se mueva por causas y efectos. Un pequeño cambio, una sutil alteración y todo puede ser modificado radicalmente. ¿Pudo, entonces, haber otra humanidad? ¿Habría una chance de cambiar el mundo si reparásemos lo que se rompió en el origen? He allí las preguntas que motivaron esta propuesta. 

La trama llevará a conocer el derrotero de la protagonista, desde su nacimiento hasta la fascinación, a la que he decidido llamar “Lilithla” como tributo a la Lilith original y el agregado del artículo femenino “la” al final, como condición de género.

Aparecerán en los sucesivos capítulos (cincuenta, más prefacio y epílogo) ángeles y demonios, más hombres y mujeres de carne y hueso dispuestos a correr todo tipo de riesgos y contra reloj, para cumplir sus cometidos. La historia transcurrirá en diferentes locaciones, muchas de ellas reales, verosímiles y perfectamente reconocibles, y otras ideales y fantásticas. No obstante, la mayoría de las explicaciones, exposiciones y conjeturas, tienen mucho de rigor verídico y aquéllas que no, sólo están separadas por una delgada línea que torna difuso el discernimiento.

El propósito de esta novela, es divulgar (un poco) y entretener (bastante más). Allende algunas otras pretensiones, sinceramente creo que la literatura contemporánea no debe soslayar la idea de convocar al lector desde un lugar llano y proponerle un relato que haga volar su fantasía y –de ser posible– le dispare unos cuantos interrogantes, merced a un convite digno.

Les confieso que he disfrutado escribiendo Lilithla, por lo que espero que los lectores puedan también acercase a ella con ese fin. Esta suerte de confesión de autor es un poco una devolución anticipada a todos aquellos a los que les despierte curiosidad el tema de esta novela, que mucho tiene que ver con la búsqueda de la redención y de hallar –por fin– el propio destino. Aprecio, sinceramente, la posibilidad de poder comentar sin intermediarios los pormenores del texto y a la vez por esta vía poder invitarlos humildemente a su lectura. 

No podría concluir estas líneas sin agradecer a los muchos que hicieron posible este nuevo lanzamiento: a todos muchas gracias.

Sólo me resta ver partir a Lilithla y dejarla libre, como ella siempre lo quiso.

Hasta la próxima mirada.
El Ojo Críptico