De pronto me
he puesto a pensar en el sentido que tienen los recuerdos. Quise ahondar en
esas figuras, en esas amalgamas retrospectivas que anidan en nuestra mente y en
nuestro corazón. Hay recuerdos de distinto tipo, es cierto, también hay maneras
de hacer emerger los que nos gratifican y dejar que se corran hasta lo
recóndito aquellos que más nos lastiman y duelen. El tiempo suele ser nuestro
aliado muchas veces: morigera las penas y en ocasiones hace que evoquemos como
grandes gestas a pequeñas labores. ¡Y está bien! Nuestros recuerdos son parte
de la construcción de nuestra identidad, tenemos el derecho de permitirnos
algunas licencias, sin por ello dejar de ser veraces.
Pues,
entonces, ahora que los autores de este libro me han distinguido (mucho más que
generosamente) invitándome a prologar la primera edición de Entrelazados, yo me permitiré confiarles
mis recuerdos de aquel día tan especial en que la Providencia empezó a tejer
este feliz desenlace.
Se trata del
11 de mayo del año en curso. A sala desbordante, en la 39na
Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, presentamos Letras del Face: compilación de cuento y
poesía realizada con mano diestra por mi querida amiga y colega Marita
Rodríguez-Cazaux, y que fuera publicada por Editorial Dunken dentro del
programa de promoción y difusión de nuevos autores que la Casa lleva a cabo
desde hace más de una década.
Ciertamente, Entrelazados surge de allí.
¡Enhorabuena! Pues, es la feliz coincidencia de un grupo de pujantes poetas y
cuentistas que decidieron tomar el destino en sus propias manos, construir la
senda por la que caminan, y poner en valor –y en libro– el fruto de su trabajo
e inspiración que son sus obras.
Recuerdo la
calidez de aquel encuentro, la luminosidad impecable de la Sala Victoria Ocampo
(tal vez una de las más bellas de toda la Feria, ¿no creen?), el orgullo
legítimo de cada autor, la felicidad en los rostros de familiares y amigos de
cada uno de ellos, y la sencillez y armonía de todos los que hicieron posible
aquella celebración…
Celebración,
¡tal cuál! Suelo decir cada vez que me toca presentar un libro que se trata de
una celebración, y sé que aun reiterada, esa sincera costumbre no pierde su
dulce sabor. Me gusta decirlo así, y me encanta mucho más cuando veo infinitos
rostros que me devuelven un asentimiento cómplice con un gesto, una mirada, o
una sonrisa.
Y como de
celebraciones hablamos, Entrelazados
también lo es. A la destreza y competencias literarias, los autores aquí
reunidos le han incorporado la capacidad de gestión. Se han organizado para
hacer trascender sus producciones. Formaron un colectivo de sentidos y se
volvieron pioneros de sí mismos. De por sí, eso ya constituye un logro
singular.
Pero,
esencialmente, este libro contiene cuentos y poemas que el lector hallará
diseminados aleatoriamente entre las páginas y que ya forman parte de la
continuidad histórica de lo escrito que acredita jóvenes cinco mil años. Del
modo más sincero, me llena de satisfacción, pues sé que este libro buscará a
sus compañeros: quizás viajará en una valija, o dormirá sobre una mesa de luz,
o será testigo de un amor, o tal vez confidente de algún llanto. En buen
romance, cumplirá con su destino. Y está
bien.
Quiero
terminar estas líneas introductorias como empecé, recordando, pero de otro
modo. Bioy Casares decía que el propósito fundamental de la profesión de
escritor es contar cuentos; por su parte Borges señalaba que la poesía ante
todo debía emocionar; no falto a la verdad si les adelanto que aquí, ambas
premisas están cumplidas.
RICARDO TEJERINA
Buenos Aires, septiembre de 2013