sábado, 30 de abril de 2011

EL GRITO

Edvard Munch


A Julio Cortázar


Algo presentí previo a tu llegada. Con cierto sigilo bajé la escalera y me quedé un rato en la sala leyendo un libro de Cortázar. Detrás de las pesadas cortinas del ventanal el amanecer tornaba urgente. En ese preciso instante, en el momento en que las tinieblas ceden ante el alba, un grito desesperado reverberó en el aire. Pensé, entonces, en la historia que había acabado de leer, en el vampiro Duggu Van, en Lady Vanda y en el hijo de ambos, o, en verdad, sólo de él. Nueve meses después, cuando tú diste a luz, el mismo grito atronó la noche calma. Otro hijo de vampiro había nacido.

Ricardo Tejerina / 2011