martes, 21 de diciembre de 2010

EL MAESTRO DEL CUENTO


Edgar Allan Poe
             Los géneros literarios son las distintas formas en que recibimos y disfrutamos de la literatura (poesía, ensayo, novela, cuento, etc.). Si bien cada lector tiene su acabada preferencia en cuanto a ellos, cada uno de los géneros tiene exponentes formidables. Edgar Allan Poe, por caso, es el indiscutible maestro del relato breve.
 Nació en la ciudad de Boston (Estados Unidos) en 1809 y murió a la temprana edad de 40 años, dejando atrás una prolífica obra que comprendemos y apreciamos hoy día, más aún que en aquel entonces. 
La vida del escritor fue tormentosa y atravesada por el mismo devenir sombrío que se advierte en toda su obra. Sus padres (los Poe) murieron a poco de su nacimiento y quedó bajo la custodia de los Allan, un matrimonio con buen pasar de Richmond. Los sucesivos conflictos lo terminaron alejando de estos últimos, al punto de quedar desheredado por mandato de su padrastro. Se casó entonces, con su prima adolescente Virginia Clemm, quien falleció de tuberculosis apenas dos años después del enlace. Como se ve, el joven autor que iniciara su carrera con el escueto Tamerlane and other poems, no las tuvo todas consigo, hecho que resalta aún más su formidable legado.
Si bien su obra como poeta es vasta, y de hecho allí encontramos sus comienzos, insisto en que Poe es la figura más emblemática del cuento y particularmente del cuento de terror o gótico. No existen muchos casos de relatos breves que hayan alimentado tanto al cine como lo han hecho los del célebre autor bostoniano. La caída de la Casa Usher o El caso del señor Valdemar (tal vez, mi favorito), dan prueba de lo que sostengo.
Es singular la forma de titular de Poe, puesto que es desde allí que genera una pulsión sobre el lector. El también autor de El tonel de amontillado, El diablo en el campanario y del poema El cuervo, solía decir que había que ganarse la atención de quien llegase a la obra en los primeros dos o tres renglones... un desafío harto difícil de superar, por cierto, pero que él enfrentaba a la perfección.
  Como si todo esto fuera poco, su personaje “el Chevalier, Auguste Dupin” (que aparece en Los crímenes de la calle Morgue, La carta robada y El misterio de Marie Rogêt) es el antecesor de los clásicos Sherlock Holmes (de Arthur Conan Doyle) o Hércules Poirot (de Ágatha Christie), dejando entrever la inocultable influencia que Poe ha ejercido sobre otros insignes autores, entre los que también se destacan los argentinos Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Julio Cortázar.
En síntesis, nos encontramos ante un pionero que, si bien no pudo cumplir el sueño de tener su propio periódico, ha inmortalizado una manera de narrar y formado una escuela de ilustres seguidores que lo reconocen como el más grande cuentista que jamás haya existido.

Ricardo Tejerina / 2010