Edvard Munch |
Las horas caen entre la arena del reloj,
irremediables.
La tierra baldía no sepulta cadáveres
y la sinrazón del tirano es ley y moneda.
El honor se incinera con cada cuerpo
o duerme su ignominia en una cámara de gas.
En la guarida del lobo
el monstruo ensaya el rictus final.
Ricardo Tejerina