lunes, 31 de enero de 2011

CHICA DE MODA (Daniela)

Agustín Reche

Después de algunos años, muchos, en el exterior, volví a Bilbao.
Caminar por sus calles me transmitió nuevamente esas sensaciones únicas de saberme en tierra propia.
Por ese entonces, cuando mi regreso, buscaba un departamento para instalarme, mientras tanto me hospedaba en un hotel muy pintoresco y típico de la ciudad.
En París y Nueva York hice una carrera, construí un nombre y un prestigio. Cuando fue que decidí tomar el destino en mis manos, me convertí en un fotógrafo exclusivo. Empecé de abajo, trabajando para las corporaciones y emporios de la moda y la alta costura internacional, a través de la recomendación que me diera un mentor que tuve.
          Y en eso andaba, y cuando ya creía que nada que no proyectara previamente podría suceder, mientras tomaba una copa, ella apareció... Y yo, que tuve mil mujeres, quedé prendido de una fatalmente.
          Eligió una mesa de afuera, de las de madera oscura, de las que me gustan. Se sentó con tanta delicadeza y distinción que llamó mi atención de inmediato. Sin que ella lo notara, creía, la miraba por encima de los lentes de sol.
De su finísima cartera sacó un celular, era de los buenos, de los caros y tan completos. Es posible que la conversación que mantuviese haya sido el final de una historia. No era importante para mí, lo que resultó significativo fue que de súbito advertí que era el momento o bien de pagar e irme, o de cambiar el curso de dos destinos.
Pedí la cuenta a la camarera, me iba... Y un chistido, sí, un chistido, me paró.
-          ¡Hey, tú! ¿Me estuviste mirando desde que llegué y te vas a ir sin decirme nada? –dijo ella, al tiempo que se llevaba un cigarrillo a la boca y me inducía a que le facilitara fuego.
Me sentí un poco descolocado, me estaba yendo, no iba a cambiar el curso anónimo de la historia, y de pronto una mujer singular, con formas elegantes pero proceder masculino, me tiraba sus redes. Saqué el encendedor y prendí más que su cigarrillo.
-          Bonita cartera –le dije–, tan atractiva como la dueña, adivino que no es de aquí. Yo mismo la he fotografiado en una campaña primavera-verano de hace un par de años.
-          Eres fotógrafo, qué bien... –replicó.
-          Ya no, me considero un artista de la fotografía en todo caso –la interrumpí.
-          Me llamo Daniela, y fui modelo, pero también ya no. Mi cartera... Es linda, ¿no? La traje de París por cierto. Un gusto, puedes sentarte si quieres y tomar un café...
-          Será un placer, aunque si lo deseas podríamos tomarlo en mi hotel, estoy allá enfrente –insinué.
Fuimos a mi habitación y allí me enamoré de ella y sigo aún así. Es una empresa imposible no adorarla, no intentar retenerla en frenesí.
El tiempo ha pasado, como siempre, una fotografía mía es Primer Premio del Real Salón de Artes Visuales. La obra consiste en una mujer con el rostro oculto por finísimos cabellos  dorados  y  completamente  desnuda –sólo cubierta por una cartera– mientras está echada sobre las blancas sábanas de aquel hotel.
A la fotografía la llamé Chica de Moda y a ella, simplemente Daniela... qué más.

Ricardo Tejerina / 2010
  1. Este relato quedó como uno de los favoritos del público, a través de una votación por Internet, del Concurso de relatos breves organizado por La Visita-Larruzz Bilbao en 2010.